El siglo petrolero venezolano 1922-2022, por Ángel Lombardi

El siglo petrolero venezolano 1922-2022, por Ángel Lombardi

Dos trabajadores miembros de la cuadrilla y equipo de perforación del ZUMAQUE 1. Fotografía tomada por John A. Stokes. En: Los rostros del zumaque de Miguel Ángel Campos

 

En nuestra historia republicana tres han sido los acontecimientos decisivos y definitorios de nuestra andadura e identidad como nación. El primero, la emancipación y sus secuelas de violencia y conflictos que marcaron, a fuego, todo el siglo 19. El segundo, el azar del petróleo que nos colocó en la geopolítica del mundo. Y tercero, y lo más importante, creó las bases materiales para un “empujón” definitivo hacia la modernidad del siglo 20, y que permitió los cambios económicos, sociales y políticos que le abrieron paso a la democracia en Venezuela.

La mayoría de los venezolanos del siglo 20 y de este comienzo del siglo 21 no terminan de entender la importancia y el impacto del petróleo y la democracia en nuestras vidas, mentalidades y cultura.

Un siglo largo de expectativas y logros, pero también de conflictos y frustraciones. La sociedad venezolana y el gobierno de la época ni esperaban ni estaban preparados para explotar y administrar el petróleo. Esta fue la primera dificultad y que propició el abuso consentido -por nuestras autoridades- de las multinacionales del petróleo. Pero tampoco nuestras élites intelectuales entendieron la realidad petrolera y el petróleo terminó siendo “el malo de la película”, el “excremento del diablo”, cuando, en realidad, gracias al petróleo pudimos progresar como nunca lo habíamos hecho antes.

La ignorancia e irresponsabilidad de nuestros gobiernos se la trasladamos al petróleo. Sólo en 1943 se promulgó la primera ley petrolera que empezaba a proteger los intereses nacionales y que, a partir de allí, se desarrolló una política pública que desembocó en una elite petrolera competente para manejar nuestra principal industria.

En esta línea, se ubica la creación de la Escuela de Petróleo, en 1952, en la Universidad del Zulia (LUZ). Igualmente hubo compatriotas ilustrados, como Arturo Uslar Pietri y Juan Pablo Pérez Alfonso y otros que discutían y proponían ideas para un mejor manejo de la industria petrolera y la administración de sus recursos.

En la creación de la OPEP, Pérez Alfonso y el gobierno de Betancourt fueron factores importantes, hasta que se llegó a la nacionalización, la creación de las empresas nacionales y, posteriormente, PDVSA. Pero, igual que hay una historia del petróleo en sí mismo, desde el punto de vista técnico y económico nuestras transformaciones sociales, políticas y culturales, con su impacto en nuestra mentalidad usos y costumbres, no pueden entenderse sin la renta petrolera.

Igualmente, nuestros malos hábitos sociales de “nuevos ricos” rupestres y básicos del “ta barato, dame dos”, “sauditismo y mayamerismo”, fueron la fórmula cómoda y fácil para auto-identificarnos, en un ejercicio cínico de ciudadanía irresponsable.

Lo más perverso de la economía rentista petrolera, además del consumismo despilfarrador y “botarate”, fue la exponencial corrupción que carcomió al sector público y, en parte, al privado, y la degeneración política del clientelismo y del populismo.

El costo a pagar de nuestros errores ha sido alto, 40 años de una crisis prolongada que nos condujo a este abismo de destrucción y dictadura. 100 años después estamos aturdidos y confundidos y el petróleo vuelve a ser nuestra “tabla de salvación”. Se nos presenta como una segunda oportunidad histórica, pero los tiempos han cambiado, estamos en el siglo 21 y nuestra sociedad es otra. La gran pregunta es: ¿habremos aprendido algo de este siglo petrolero?

El siglo petrolero venezolano se inicia con el Barroso, el 14 de diciembre de 1922, en Cabimas, estado Zulia, aunque la explotación petrolera realmente había comenzado a finales del siglo 19, de manera muy modesta y local. Y solo a partir del Zumaque, en Mene Grande, estado Zulia, el 15 de abril de 1914, su impacto en nuestra economía empezó a dejarse sentir, y ya en 1922, se convirtió en nuestro principal producto de exportación y eje esencial de nuestra economía.

Siempre que se habla de petróleo, se olvida a sus trabajadores, el rostro anónimo del pueblo. Fueron miles quienes, con su esfuerzo y dedicación, apuntalaron la base petrolera de nuestra economía y esa fue la intención de Miguel Ángel Campos al publicar Los rostros del zumaque.

Otro aspecto que se tiende a pasar por alto es el movimiento obrero organizado que se convirtió en elemento de concientización y movilización sindical y política, y que sirvió de base social clave en la formación del Partido Comunista y del Partido Acción Democrática (PCV y AD).

Otra experiencia vinculada al petróleo son los campamentos y campos petroleros, expresión urbanística de las llamadas economías de enclave. Era otro país. Quien vivió esa experiencia, como es mi caso, vivía en dos realidades en paralelo. Aunque, como niño, solo llegué a cobrar conciencia de ello, después.

Todo trabajador venezolano tenía como su mejor expectativa ser empleado petrolero y vivir en un campo petrolero.
En el siglo 20 el petróleo nos hizo y deshizo y todavía seguimos preguntándonos ¿qué pasó?

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