Cada año, el régimen socialista de Venezuela entrega miles de regalos de Navidad a los niños más pobres de la nación, incluyendo bicicletas, muñecas Barbie y camiones de plástico importados de China.
Por Camille Rodríguez Montilla y Manuel Rueda | The Associated Press
Estas Navidades, las autoridades han añadido un nuevo objeto a su lista: una figura de acción con mallas rojas, capa azul y un gran bigote que lucha contra el “imperio” estadounidense y que sigue el modelo de Nicolás Maduro.
El personaje recibe el nombre de “Súper Bigote” debido a su espeso bigote negro. Desde hace un año, tiene una serie animada en la televisión estatal venezolana, donde lucha contra un villano parecido a Donald Trump que intenta sembrar el caos desde su base en una lejana mansión que se asemeja a la Casa Blanca.
En los días previos a la Navidad, funcionarios chavistas de varias partes de Venezuela compartieron videos de ellos mismos repartiendo juguetes Súper Bigote a niños en fiestas navideñas. Organizaciones comunitarias vinculadas al gobierno de Maduro también dijeron haber repartido docenas de las figuras de acción con carga política.
El regalo de Navidad ha enfurecido a académicos y líderes democráticos, que lo describieron como un esfuerzo de mal gusto para adoctrinar a los niños mientras Venezuela lucha por recuperarse de años de recesión económica, escasez de alimentos e hiperinflación bajo el régimen de Maduro, dificultades que han obligado a millones de personas a emigrar.
Pero muchos partidarios del chavismo se alegraron de recibir el juguete. En su serie animada, Súper Bigote también lucha contra villanos que se asemejan a sus rivales políticos, a quienes el régimen culpa de las sanciones estadounidenses que también han afectado a la economía de la nación.
“Me encantó esta iniciativa”, dijo Yasmín Herrera, una enfermera que trabaja para un consejo comunitario financiado por el chavismo en la ciudad de Carayaca, a unos 90 minutos en coche de Caracas. Herrera dijo que la semana pasada recogió 22 juguetes de Súper Bigote en una oficina del gobierno local, así como dos figuras de acción de “Cilita”, un personaje que se parece a la esposa de Maduro, Cilia Flores.
Los miembros del consejo comunitario de Herrera envolvieron los juguetes y los entregaron a los niños de un proyecto de viviendas públicas, donde no hay agua corriente y los residentes dependen de los camiones cisterna.
“A algunos padres no les gustaron los regalos, y a los niños mayores no les interesaron mucho”, recuerda. “Pero los niños pequeños juegan con ellos. Les sacamos una sonrisa”.
Rosa Rodríguez, que ayudó a Herrera a envolver los juguetes, dijo que estaba contenta con las figuras de acción porque ayudaban a los niños a “apreciar” la revolución socialista. Dijo que hace tres años recibió un apartamento gratuito en el remoto complejo de viviendas donde se entregaron los juguetes.
Pero otros tenían opiniones menos benignas sobre los nuevos regalos. Belkis Bolívar, dirigente del mayor sindicato de maestros del país, calificó los juguetes de peligroso despilfarro de dinero.
“Estos juguetes están cargados de ideología y tratan de imponer un culto a la personalidad”, afirmó. “Los niños que juegan con estos juguetes pueden empezar a idolatrar a Maduro, como idolatran a Superman o al Hombre Araña”.
Dijo que en lugar de gastar dinero en juguetes “cargados de ideología”, el régimen debería arreglar las escuelas que no tienen electricidad, y donde los salarios de los nuevos maestros son de menos de 20 dólares al mes.
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