Esta es una de esas historias donde la muerte relata la vida de un antihéroe. Dice Laura Ramos en su libro Infernales – La hermandad Brontë – Charlotte, Emily, Anne y Branwell (Penguin): “Único hijo varón entre cinco hermanas, pelirrojo y miope, escribía en latín con la mano izquierda y en griego con la derecha, había heredado el nombre del padre y el apellido materno como nombres de pila, Patrick Branwell, como si estuviera destinado a encarnar la tradición, las aspiraciones y esperanzas de las dos familias”.
Por: Clarín
El 24 de septiembre de 1848, Branwell Brontë, de treinta y un años, murió en la casa parroquial de Haworth, Inglaterra, probablemente debido a una tuberculosis agravada por delirium tremens, alcoholismo y adicción al láudano y al opio, a pesar de que su certificado de defunción señala como causa una bronquitis crónica.
La eximia biografía sobre Charlotte de Elizabeth Gaskell trae el relato de un testigo presencial que asegura que Branwell, queriendo mostrar el poder de la voluntad humana, decidió morir de pie, “y cuando comenzó la última agonía, insistió en asumir la posición que acabamos de mencionar”. El 28, cuatro días después, fue enterrado en el panteón familiar.
Único hijo varón con cinco hermanas (dos de ellas, María y Elizabeth, fallecidas por tuberculosis al poco tiempo de nacer cuando él contaba apenas ocho años y le produjo el primer gran dolor que lo acompañará para siempre), Branwell pasó su vida rodeado de Charlotte, Emily y Anne. Tres mujeres que pasarán a la historia por su genio literario mientras que él… él se hundirá en una oscuridad plagada de adicciones, neurosis y frustraciones. Un hombre sin historia, una sombra.
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