El cardenal australiano George Pell, fallecido anoche en Roma a los 81 años, estaba llamado a liderar la limpieza de los escándalos financieros del Vaticano, pero su figura quedó marcada por la condena de cárcel por pederastia de la que después fue absuelto.
La anulación de la sentencia en abril de 2020 no evitó que Pell, que había sido condenado a seis años de cárcel por cinco delitos de abuso sexual y siempre defendió su inocencia con vehemencia, pasara trece meses entre rejas entre 2019 y 2020 y se convirtiera en el clérigo católico de mayor rango en ser encarcelado.
Complicaciones cardíacas a raíz de una operación de cadera en Roma terminaron la noche del martes con la vida del cardenal, que llegó a ocupar el puesto de secretario de Economía del Vaticano entre 2014 y 2019, por lo que se le consideraba como el número tres de la Iglesia Católica en esos años.
Tras su absolución fue recibido por el papa Francisco, pero no se terminaron de despejar las dudas sobre su figura, oscurecida también por las transferencias por cerca de 700.000 euros del Vaticano a una cuenta bancaria de Australia.
Algunos medios especularon con que esos movimientos financieros estaban vinculados al juicio de Pell y el Corriere della Sera fue más allá al vincularlo con supuestos pagos a testigos que habían acusado al cardenal australiano de abusos sexuales.
La Policía australiana descartó hace dos años que hubiera irregularidades en esas transferencias realizadas desde la Santa Sede entre 2014 y 2020.
Pell nació en Ballarat (estado de Victoria) el 8 de junio de 1941 en el seno del matrimonio formado por George Arthur, un excampeón de boxeo de fe anglicana, y Margaret Lillian, una devota católica.
Estudió en los centros católicos Loreto Convent y St Patrick en Ballarat, donde destacó como deportista y hasta jugó durante una época con el club Richmond Football en la Liga de Fútbol Australiana.
Sin embargo, Pell decidió ingresar en 1969 en el seminario Corpus Christi, en Victoria, y fue ordenado sacerdote en la basílica de San Pedro, en Roma, antes de doctorarse en Historia de la Iglesia Católica en la Universidad de Oxford en 1971.
En la década de 1970 y 1980 ejerció como sacerdote y educador en distintas parroquias y centros católicos australianos, incluido en su natal Ballarat.
El australiano fue designado obispo auxiliar de Melbourne en 1987, arzobispo en esta misma ciudad en 1996 y arzobispo de Sídney en 2001.
NÚMERO 3 DEL VATICANO
Dos años más tarde, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II, lo que le permitió votar en los cónclaves para elegir al sumo pontífice y, por tanto, fue uno de los papables en la votación en la que fue proclamado el actual papa Francisco en 2013.
El pontífice lo eligió al año siguiente para desempeñar el papel de prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede, un nuevo puesto creado para atajar los escándalos financieros del Vaticano.
No obstante, el que era considerado “número 3” de la curia romana, tras el papa y el secretario de Estado, vio interrumpido su mandato en ese puesto y regresó a Australia en 2017 para afrontar el juicio en su contra por abusos sexuales a menores, varios de ellos en Ballarat.
En 2002, cuando era arzobispo de Sídney, un hombre aseguró haber sido abusado sexualmente por él en 1961, cuando tenía 12 años.
Pell, considerado del ala más conservadora en el Vaticano, siempre defendió su inocencia y negó tajantemente haber abusado de ningún menor, pero reconoció en 2016 que en la década de 1980 existía “un mundo de crímenes y encubrimientos” en la Iglesia católica para proteger a la institución.
Así lo declaró como testigo en la comisión especial que investigó la pederastia en las instituciones australianas y que concluyó en un informe que un 7 % de todos los sacerdotes abusaron en Australia de menores a su cargo entre 1960 y 2015.
Esta misma comisión reveló que en los años 1970 había en Ballarat una red de sacerdotes pederastas.
El cardenal ha muerto con una causa judicial pendiente, ya que un tribunal de Australia abordaba desde julio del año pasado una demanda civil contra él y la Archidiósesis Católica de la ciudad de Melbourne presentada por el padre de uno de los dos niños que presuntamente fueron abusados sexualmente por Pell.
Pell ha mostrado en el pasado su oposición a la ordenación de mujeres, al divorcio y al aborto, y al menos en una ocasión rechazó dar la comunión a homosexuales durante una misa.
El cardenal fue el primer dirigente católico en abordar los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia australiana, con la puesta en marcha en 1996 de un programa de compensaciones económicas, aunque recibió críticas por no dar suficiente apoyo a las víctimas.
EFE