Cada 15 de enero se celebra en Venezuela el Día del Maestro. Esta fecha está inspirada en el hecho de que, en el mes de enero del año 1932, un grupo de educadores fundó la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria. El principal objetivo de esa organización era luchar por la dignificación y derechos de los educadores en el país. La Sociedad tenía su sede en el antiguo “Colegio Vargas”, ubicado en la esquina de Cují. Cuatro años más tarde, este organismo convocó a la Primera Convención Nacional del Magisterio. De esta asamblea surgieron dos acuerdos fundamentales: Creación de la Federación Venezolana de Maestros e instauración del 15 de enero como Día del Maestro, en Venezuela.
En vista de la importancia que fue adquiriendo esta organización, el 13 de enero de 1945, el presidente Isaías Medina Angarita decretó el Día del maestro, cada 15 de enero, como un homenaje a todos los venezolanos encargados de la labor de educar. Es importante destacar que, el acto del Día del Maestro no se realiza la misma fecha, en diferentes países, por ejemplo: en México se celebra el 15 de mayo; en Argentina el 11 de septiembre; en Chile el 16 de octubre; en Colombia el 15 de octubre; en España el 7 de octubre y en los Estados Unidos el tercer martes de mayo.
Los maestros han jugado un relevante papel en la historia de Venezuela. Su origen se remonta al período de desarrollo de la conquista española. Este proceso de socialización fue llevado a cabo por los adultos de la comunidad, en los aspectos religiosos, por el piache y por el cacique en las cuestiones político-militares. Continuó su avance con las luchas libertadoras de Andrés Bello y Simón Rodríguez, llegando hasta docentes como Luis Beltrán Prieto Figueroa en el proceso de formación de la democracia.
Para la Iglesia Católica, la figura del educador la encarnó el fraile de las diferentes órdenes religiosas, este personaje se encargó de alfabetizar al indio en los llamados pueblos de misión y pueblos de doctrina. Paralelo a este docente religioso apareció el laico con intención de convertirse en pedagogo, fundando una escuela o trabajando para los institutos del cabildo y en ocasiones siendo preceptor particular de los hijos de españoles o blancos criollos. Ante esta escuela privada y selectiva, algunas familias pardas enviaron a sus hijos a tiendas de oficio atendidas por artesanos, barberos, zapateros, sastres, y otros; quienes además de sus labores, pasaron a cumplir el papel de educadores de primeras letras.
Después de muchos decretos para mejorar la educación, el 27 de junio de 1870 se produjo un hecho que representa un hito en la historia de la educación venezolana. El presidente Antonio Guzmán Blanco promulgó un decreto declarando gratuita y obligatoria la enseñanza primaria. En 1876 aparecieron en Venezuela las escuelas normales encargadas de la formación de los futuros pedagogos. El 24 de mayo de 1881 se creó el Ministerio de Educación.
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue cambiada la fecha de celebración del Día del Maestro, siendo trasladada para al 29 de noviembre, natalicio de Andrés Bello, para borrar el recuerdo de la gesta de los docentes contra la tiranía, pero a partir de 1959, tras la caída de Pérez Jiménez, fue retomada la fecha en la que actualmente se rinde homenaje a los docentes venezolanos.
El Maestro, como cariñosamente le llamamos, no siempre es comprendido y reconocido adecuadamente por la sociedad. En muchas oportunidades es tratado como un profesional de tercera categoría, obviando el hecho de que por sus manos pasa la materia gris, la cual, una vez llevada a su máxima expresión, será el combustible que habrá de impulsar el bienestar y progreso de la nación.
Recurriendo a una manida expresión, a escasas horas de celebrarse el Día del Maestro en 2023, podríamos decir que los maestros venezolanos “No tienen nada que celebrar”. El magisterio venezolano considera que se encuentra sumergido en la peor crisis de su historia. Al igual que la mayoría de los trabajadores venezolanos, los docentes presencian con dolor como destruyen su salario y menoscaban sus reivindicaciones sociales: entre 6 y 9 dólares, oscilan sus exiguos ingresos mensuales; los beneficios de HCM y seguro funerario son inexistentes; su contratación colectiva es permanente y sistemáticamente violada. Es una triste realidad la que vive actualmente el maestro venezolano, ya que, el valor de su trabajo no le permite costear, ni siquiera, una comida decente, para él y su grupo familiar.
Los atropellos del gobierno, manifestados a través de las paupérrimas condiciones laborales, el arrebato del salario y beneficios contractuales, ha traído, como consecuencia, la renuncia de cientos de miles de docentes, quienes se han visto en la obligación de emigrar del país o salir en busca de otras fuentes de ingresos, acudiendo, generalmente, a la economía informal. Ese es el marco lamentable para la celebración del Día del Maestro en el año 2023.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
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