En la madrugada de este domingo el complejo militar de Isfahan, en el centro de Irán, fue atacado por tres drones, según confirmó el propio ministerio de Defensa del régimen. “Uno de los drones fue derribado por los disparos de la defensa aérea del complejo, mientras que los otros dos fueron atrapados en redes defensivas y explotaron”, detallaron en un escueto comunicado.
Por Infobae
El régimen aseguró que el ataque fue “fallido”, no provocó bajas humanas y “solo causó daños menores” al tejado de la instalación. Sin embargo las imágenes de una bola de fuego iluminando el cielo nocturno fueron compartidas en las redes sociales.
Las autoridades del régimen sólo difundieron que el episodio sucedió en “una planta de fabricación de municiones” pero con el correr de las horas el episodio empieza a dilucidarse: se trataría de una fábrica de los drones explosivos Shahed-136 (“testigo” en persa), masivamente exportados a Rusia para su uso en la invasión ilegal de Ucrania.
Los Shahed iraníes, que Rusia ha rebautizado como Geran-2, tiene una carga explosiva y pueden quedarse suspendidos en el aire sobre sus objetivos antes de atacar. Pueden lanzarse en rápida sucesión desde plataformas y su característico diseño con forma de A los hace fáciles de identificar.
“El Shahed 136 es un drone suicida bastante grande y de bajo costo de fabricación. Alcanza su objetivo por coordenadas de GPS introducidas antes del despegue. Luego avanza de manera autónoma, volando bastante bajo y alcanza un objetivo fijado a cientos de kilómetros”, sostuvo Pierre Grasser, investigador francés asociado al Centro Sirice de París.
El Ejército ucraniano asegura que ha derribado cientos de esos drones “kamikaze” de fabricación iraní. Se cree que Rusia ha ordenado unos 2.400 drones de este modelo.
El aumento del flujo de armas desde Teherán podría ayudar a compensar las enormes pérdidas de equipo militar ruso desde que Moscú invadió el país hace casi un año.
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