Las enfermedades tropicales tienen en común las condiciones climáticas y focos en la población desatendida, a partir de las fallas en la prestación de servicios públicos, control de infecciones y planes de prevención en cuanto a saneamiento ambiental e higiene. Expertos lamentan que las familias más vulnerables son aquellas rurales o de condiciones socioeconómica similares que se enfrentan principalmente a malaria, dengue, leishmaniasis, entre otras que terminan como un problema de salud pública.
Cuestionan el riesgo latente plasmado en los registros de 2022 en Venezuela, evidenciado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) respecto a 2.804 casos de dengue con signos de alarma y 18 defunciones, mientras en Lara reflejan 334 casos confirmados. Alertan el peligro inminente en las viviendas ubicadas cercanas a quebradas, en espacios boscosos y con almacenamiento de agua en recipientes sin tapa, obligado por las deficiencias del servicio fijo de suministro que suelen transformarse en criaderos del mosquito Aedes aegypti infectado.
También hay registro de 2.796 casos de malaria, enfermedad que había sido erradicada y es ocasionada por el parásito Plasmodium, transmitido de la picadura del mosquito Anofeles y que es común en las zonas mineras, pero suele importarse a otras regiones del país. Del chikungunya están 189 casos probables y la leishmaniasis que engloba a Venezuela entre los 18 países endémicos, continuando su apogeo en América con 55 mil diagnósticos cutánea y mucosa, además de 3.500 visceral. Un riesgo latente en sectores que padecen por insalubridad.
Para Manuel Figuera, presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología, la malaria es motivo de preocupación más allá del estado Bolívar y admite que la pobreza en ese ambiente de fallas en servicios públicos y en acceso a la salud es una de las principales amenazas. “Estamos a ciegas sin saber cuáles son los problemas y áreas más afectadas”, señala de la ausencia desde 2016 del boletín epidemiológico ni anuario de mortalidad que permitirían conocer las necesidades, determinar los recursos para prevenir, tratamiento y recuperación.
Tal contexto social es mencionado por Jaime Lorenzo, presidente de la organización Médicos Unidos de Venezuela, al lamentar que hay poblaciones que vuelven a las condiciones rurales en las que hay dengue, leishmaniasis y malaria. Focos que pueden surgir del agua almacenada y cuyos envases quedan abiertos para seguir aprovechando el agua de lluvia, desechos por falta de recolección de basura, quebradas sin embaular ni la limpieza de adyacencias pobladas y ausencia de fumigaciones. Teme hasta por casos de enfermedad de Chagas con el insecto alojado en viviendas de techos de caña brava y paredes de bahareque.
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