“El mundo contuvo la respiración… y con nerviosismo encendió sus computadoras…”, se podía leer en un reconocido diario estadounidense en marzo de 1992. El día 6 de ese mes y de ese año tendría que haber sucedido el Apocalipsis cibernético a manos del virus Michelangelo, sin embargo no pasó -casi- nada…
Por Clarín
A comienzos de 1991, el cerebro detrás del antivirus VET, el australiano Roger Riordan, descubrió el virus informático que meses después sería conocido con el nombre del famoso artista renacentista.
Muchos expertos sugieren que nació en Escandinavia. Otros tantos que fue en Australia. Extrañamente, nadie sabe quién lo creó. El origen de Michelangelo es siniestro: habría sido por diversión.
Riordan atrapó a Michelangelo gracias a un error. Dejó en su computadora un disquete “infectado” con el virus durante una noche entera. Cuando prendió el equipo, una serie de ruidos raros le hizo dar cuenta de que algo no andaba bien.
El descubrimiento del australiano sirvió para hallar uno de los dos grandes puntos débiles del virus: su medio. Que Riordan lo haya “atrapado” por un error del disquete confirmó que el virus Michelangelo “contagiaba” a partir de disquetes.
Con el tiempo, los estudiosos determinaron que el virus había sido diseñado para infectar sistemas DOS, sobre todo el registro de arranque principal del disco rígido y el de los discos floppy (los disquetes). Se trataba de una variante del virus del sector Stoned, uno de los primeros virus informáticos de la historia.
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