El estado de Florida (EE.UU.) ejecutó este jueves a Donald Dillbeck, de 59 años, que había sido condenado por dos asesinatos en primer grado, el primero cometido con arma de fuego en 1979 cuando era menor de edad y otro a puñaladas en 1990.
A Dillbeck lo declararon muerto a las 18.13 hora local (23.13 GMT) tras recibir una inyección letal en la Prisión Estatal de Florida, según notificó el Departamento de Prisiones del estado.
Se trata de la primera ejecución que se realiza en Florida en tres años y medio y tras agotarse todas las apelaciones presentadas por la defensa para que se suspendiera, incluida una de última hora interpuesta ante el Tribunal Supremo de Justicia de EE.UU.
Es también la primera ejecución que se lleva a cabo en Florida desde 2019 y la número 100 desde que se restableció la pena capital en este estado en 1976.
Dillbeck fue condenado a muerte en 1994 por el asesinato de Faye Vann, una mujer de 44 años que se resistió al robo de su auto en un garaje de Tallahassee, la capital de Florida, y a la que el entonces prófugo de la justicia apuñaló.
Antes se había fugado de una granja-prisión donde cumplía cadena perpetua por el asesinato a tiros del policía Dwight Lynn Hall, de 31 años, cometido en 1979, cuando tenía solo 15 años.
Dillbeck vivió su último día en la prisión en “calma” y “siguió su rutina normal”, según describieron los funcionarios de prisiones.
El ejecutado tuvo como última comida a las 9.45 hora local un menú compuesto de camarones fritos, champiñón, aros de cebolla, helado y tarta de chocolate y nueces, recogieron medios nacionales.
El abogado de Dillbeck, que alegó que este tenía un trastorno neuronal porque su madre consumió alcohol en grandes cantidades cuando estaba embarazada de él, había apelado sin éxito a la Corte Suprema de Florida y luego a la Corte Suprema de EE.UU. para que se suspendiera la ejecución.
La máxima instancia judicial del país rechazó la apelación este miércoles.
Entre las peticiones de clemencia enviadas al gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, que había firmado la orden de ejecución en enero pasado, hay una de la Conferencia de Obispos Católicos de Florida en la que le ruegan que opte por la vida y califican como inadmisible la pena de muerte.
Los obispos católicos de Florida han organizado vigilias y encuentros por todo el estado para orar por “Dillbeck, su víctima y sus familias y por nuestra sociedad que continúa imponiendo violencia a cambio de violencia”.
Según datos del Departamento de Correcciones (Prisiones) de Florida, actualmente hay unos 300 presos en el “corredor de la muerte”, como se conoce el lugar donde permanecen los que van a ser ejecutados.
El preso de edad más avanzada es el ecuatoriano Nelson Serrano, de 80 años, que fue condenado por tres asesinatos que aún a día de hoy asegura que no cometió y cuyo caso es visto por organizaciones de derechos humanos como un atropello judicial.
El diario Tampa Bay publicó una historia sobre la vida de Dillbeck en la que cuenta que estuvo en hogares de adopción temporal desde los 4 años y empezó a consumir drogas a los 13.
Además, relató las penalidades por las que pasó cuando fue recluido con adultos con 15 años de edad, desde abusos sexuales a violencia, y subraya que en el juicio de 1994 testificaron varios médicos que indicaron que mostraba señales de problemas mentales asociados a la esquizofrenia.
Actualmente para que un juez condene a muerte en Florida a un acusado se necesita el voto unánime del jurado, tal como establece la Corte Suprema de EE.UU., que considera inconstitucional la condena por mayoría simple. EFE