Este domingo, cuatro disparos le pusieron punto final a una de las figuras criminales más terribles de la historia de Sudamérica: Pedrinho Matador.
Por: Clarín
Pedro Rodrigues Filho nació en 1954, en Santa Rita do Sapucaí, Minas Gerais, Brasil, y 14 años más tarde ya era un asesino. Su primera víctima fue el jefe de su padre, un hombre que le traía dolores de cabeza a su familia.
Un año antes de ese fatídico episodio, su primo lo había empujado contra un cañaveral de azúcar, causándole múltiples heridas, y sin quererlo había desatado en él (esto lo confirmaría el propio Pedrinho años más tarde) una incontrolable sed de matar.
No podía parar de asesinar
En su juventud, tras ponerse en pareja con María Olimpia, la viuda de uno de los narcos más peligrosos de Brasil, Pedrinho se metió de lleno en el tráfico de drogas y fue acrecentando su raid criminal.
Él decía que nunca mataba a gente buena. Otros narcos, asesinos, violadores, pedófilos y traidores eran sus víctimas predilectas.
Las venganzas de quienes lastimaban a sus seres queridos eran implacables. Cuando una pandilla rival asesinó a María, un casamiento celebrado por el bando opuesto fue el escenario perfecto para desatar su represalia.
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