Hace un par de semanas leí que unos científicos habían, finalmente, logrado doblar la línea tempo/espacial con la aceleración de unas partículas de protones. Ello supone, aunque teóricamente, que es posible regresar al pasado. Siendo así, todo aquello que hasta el día de hoy hemos supuesto como fantasía y ‘cuentos de camino’, tendrían ahora un fundamento válido de asertividad y certeza.
Pienso entonces que la literatura de todos los tiempos, como Don Quijote, tendría mayor valor al aceptar que Alonso Quijano, el protagonista, al creerse Don Quijote y salir en aventura por las tierras de La Mancha y más allá, pudoadentrarse en sus más íntimos deseos para especular en su pasado y alcanzar su tan anhelada nobleza caballeresca.
Lo mismo cuando Pirandello pone fin a su obra, Uno, nessuno e centomila, libro donde su personaje central se mira al espejo mientras su esposa le manifiesta cierto defecto en la nariz y penetra en lo profundo del reflejo para devenir miles de personalidades al mismo tiempo.
Igual en el cuento de El jardín de senderos que se bifurcan, donde Borges adelanta en varias décadas la ‘red de redes’ de esto que ahora se llama Internet. Nada, que esta película, Todo en todas partes al mismo tiempo (2022), es una puesta en escena (tipo video clip alargado), inspirada en el libro para niños, Silvestre y la piedra mágica, de W. Steig,donde la cotidianidad impone con sus anónimos personajes el eterno protagonismo de los 5 minutos de gloria (acá el film llega a los 137 cansones y latosos minutos). Demasiado metraje para una película que pudo realizarse en menos tiempo.
Indudablemente que no son tanto los temas tratados (todos de manera superficial y atropellados), como la velocidad de un discurso cinematográfico muy adecuado a estos tiempos de vida acelerada. Resalto la actuación de la ya icónica,Michelle Yoah (Oscar a la mejor actriz). Finalmente logra culminar parte de una carrera que la llevó a interpretar, desde las series de Bond hasta la obra fundamental del cine asiático, El tigre y el Dragón (2000), donde debió luchar con mágicas espadas por tejados y encima de los árboles, entre hermosos vestuarios de seda, quedando incluso lesionada al herirse una rodilla. Lo cierto es que, en esta película, Todo en …, se incluye de todo y más, dentro de los recursos tecnológicos que resultan de la realidad virtual, que ahora llamamos, metaverso.
Las fantasías de infancia y adolescencia de la protagonista,(deseos de ser intérprete de óperas chinas, actriz, luchadora de artes marciales, chef), van revelándose mientras ella (Michelle Yeoh, en el papel de Evelyn Wang), es una inmigrante china, quien, junto con su familia se establecen en un suburbio californiano para regentar una lavandería venida a menos. Ante la frustración por un inminente e intergaláctico divorcio, siente que debe enfrentarse a los miles de enemigos en defensa del mundo, sus valores y principios. Enfrentada, además, al fracaso de su negocio, contra una funcionaria de hacienda (Jamie Lee Curtis, Oscar a la mejor actriz de reparto, como Deirdre Beaubeirdra, una retorcida recaudadora de impuestos.), quien terminará aflojando su dureza ante la ternura y compasión de Evelyn.
Creo que la película se resume en una frase del discreto y simplón esposo de la dueña de la lavandería, (Ke Huy Quan, en su papel de, Waymond Wang, como el esposo de Evelyn.Oscar al mejor papel secundario masculino), quien, casi al final del film le dice: “Seguiría contigo, aunque tenga que continuar lavando ropa y pagando impuestos.” Semejante confesión hace que toda la dinámica vivida a través de las peripecias de los encuentros/desencuentros en la red de redes de los metaversos, queden anclados en la memoria de la más absurda banalidad.
Esta película es una gran metáfora a la realidad virtual que ahora se nos viene encima con sus infinitas ‘verosimilitudes’, pero también con la realidad-real de lo cotidiano, presentada acá en sus distintas manifestaciones del día a día, tantas, que reafirman eso que por ahí decimos, ‘la confianza da asco’. Una vida plagada de malos gustos, sabores y olores; lo escatológico elevado a una neo estética (estética de la vulgaridad), y, por consiguiente, con su neo ética. Todo expresado bajo una escenografía alegremente colorida y mejor editada.
No busquemos en esta película análisis profundo porque nos succionaría o nos atraparía en el agujero negro de una ‘dona’, tal y como aparece en el film, que, no tiene un único final y sobran los temas dentro de los infinitos mundos paralelos donde el juego de la vida es una confrontación consigo mismo. Tanto en la magistral interpretación de Michelle Yaoh, como en el resto de los actores.
¡Bravo! por los directores de este film, a dúo, los Daniels(Daniel Kwan y Daniel Scheinert), pasan de trabajar dirigiendo, Swiss Army Man (2016), la del fétido cadáver, para imponer en la cinematografía de estos tiempos un trabajo de gran factura, atrevido, y con un magnífico elenco.
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