A veces me parece que los calificativos que nos endilgan a algunas mujeres, no son más que palabras edulcorantes como para que asumamos, con sonrisa incluida, múltiples roles más allá de nuestra capacidad.
Que somos guerreras, fuertes, resilientes, pacientes, organizadas, intuitivas, eficientes… unas mujeres todoterreno, no lo pongo en dudas.
Nada más con el hecho de asumir la maternidad y el rol de esposa, con lo que eso implica, sin descuidar nuestro desarrollo profesional, personal y social, son asuntos que nos desafían diariamente.
La sociedad y hasta los patrones que están en nuestro subconsciente nos imponen, sin darnos cuenta, tantas responsabilidades, que terminamos ahogándonos en un sinfín de ocupaciones y exigencias, olvidándonos de nosotras mismas, con nuestras fortalezas, pero también con nuestras vulnerabilidades.
Ese cuento de la mujer maravilla que todo lo puede y todo lo alcanza, al final del relato, pudiera convertirse en un acto de autoflagelación, porque como seres humanos, existen muchas situaciones, personajes y escenarios en ese cuento, que escapan de nuestro control.