El país se puso cada día más oscuro, hasta el punto de obligar a los jóvenes a congelar sus sueños. El desiderátum es desplazar al sistema mafioso y sacarlo del poder, para conciliar a la nación dentro de un marco de justicia que catapulte el cambio de conciencia con miras a construir ciudadanía. El destino político pasa por el desplazamiento de la mafia y la gran corrupción del poder.
Últimamente con la pantomima de perseguir a los héroes de la revolución de ayer, se pone en escena la patética obra de ladrones persiguiendo y robando a ladrones.
Atracadores pretenden aplicar justicia a otros ladrones. La gran corrupción está alojada en los tuétanos del chavismo desde hace un cuarto de siglo y, como botón, tenemos el descuartizamiento de Pdvsa, convertida en guarida de delincuentes y caja chica de los saqueadores.
La lucha planteada no es convencional y comprende también desplazar al liderazgo opositor-funcional al régimen, que fracasó rotundamente de 2019 a 2022, y, al no estar jugando al cambio, se sumieron en una crisis definitiva de representatividad.
La representación fallida dará paso al liderazgo del coraje que emergerá legitimado de la unificación de los ciudadanos desde las bases y acumulando fuerza, para desmontar el andamiaje criminal que tiene secuestrada la libertad venezolana.
El ecosistema criminal jamás convocará unas elecciones para perderlas. Sabemos de la disposición de la canalla de no entregar nunca el poder, pero la fuerza acumulada por la ciudadanía será la vía que forzará la entrega.
Aquí hoy no se vive ni se muere dignamente. La lucha no se limita a lo estrictamente electoral. El sector salud y de educación consecuentes en la protesta permanente, poco a poco, le ha minado fuerza al régimen y ganado un nuevo protagonismo. Si sobra dinero para robárselo, debe haberlo para un salario digno.
Determinante será la participación de la comunidad internacional, la cual se recompondrá, de un modo efectivo, en la medida de la actuación de la población.
Ningún tipo de justicia ha habido en estos 25 años de oprobio para castigar la corrupción. Los 5 poderes ciudadanos constituyen el Estado mafioso.
La mafia no se organiza para perder el poder. Si no hay justicia, si no hay separación de poderes, aquí nunca tendremos un país normal.
La Comisión Nacional de Primarias cobra sentido en la medida que responda un 100% a los intereses ciudadanos. Aspiramos a que le plante cara al G4, que con su persistente tendencia irreversible a la cohabitación, la arrastra hacia una nueva frustración nacional.
Es hora de grandeza, cumplan con el dictamen del destino de libertad venezolano y procuren el descongelamiento de los sueños de la juventud. Contamos con ellos para el florecimiento de un nuevo país.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!