Franklin Piccone: ¡Este es el momento para salir de la pesadilla!

Franklin Piccone: ¡Este es el momento para salir de la pesadilla!

En 1999, el chavismo representó para una inmensa mayoría una renovación política, que conllevaría luego a una reestructuración institucional, cuyas banderas apuntaban no sólo por una mayor justicia social expresada en una mejor redistribución de los ingresos nacionales, sino además por una urgente eficiencia en la arquitectura del Estado. Mucho se habló de su reducción, pero poco se adelantó en esa dirección.

A lo largo de la bonanza petrolera más importante de la historia venezolana, literalmente se nadó en dólares durante más de una década. El despilfarro y la corrupción, amén de la ineficacia y la demagogia, ocupó buena parte del quehacer político del gobierno. Este se centró en una lucha por el poder, inoculando un régimen autoritario que construyó lealtades a través de la construcción narrativa de “enemigos”, como se sabe, el interno: la derecha apátrida y el externo: el imperialismo. La polarización entonces rendía frutos y terminó enquistándose una nueva hegemonía.

Semejante manera de llevar los asuntos públicos tarde o temprano nos traería al desastre que padecemos actualmente. Si antes no hubo críticas por las cuantiosas divisas en el país, hoy la realidad es otra. La indignación del venezolano de a pie frente al saqueo del erario público, mientras este sufre una emergencia humanitaria compleja, representa más que una burla y una estafa, un acto de violación de los derechos humanos, porque las consecuencias de estos actos se miden en pérdidas humanas, sin mencionar el daño antropológico que sobrellevan todos los ciudadanos.





A estas alturas, ya nadie se traga el cuento de “la derecha apátrida” y “el imperialismo yanqui con sus sanciones”. Este régimen que persiste en denominarse “socialista”, es claramente neoliberal. La cúpula, que ya no guarda las formas, hace pública la ostentación del poder y del dinero como cualquier burguesía del mundo desarrollado. En cuanto a la contradicción, nacionalismo-imperialismo, han demostrado ser lacayos de otros como China y Rusia, perdiendo soberanía política en muchas de sus decisiones. Su ineficacia es tal que en sus manos vamos a perder el Esequibo.

¿Qué hacer para salir de este enjambre de malhechores con una ciudadanía desesperanzada y abrumada? Va de suyo, rescatar la confianza en el voto primordialmente. Dejarnos de teorías conspirativas y entender que las veces que se ha perdido ha sido por las condiciones electorales más que por el sistema electoral en sí. Construir un verdadero padrón electoral para garantizar la transparencia y salvaguardar el voto en las mesas.

Ser empático con ese pueblo sufrido. No lo hacemos recorriendo barrios y caseríos, dando la mano y tomándonos selfies, tampoco exclusivamente hablando de las demandas de los sectores necesitados. Hay que presentar una fórmula creíble, factible, fácil de digerir, para resolver los problemas más urgentes.

Entre otros elementos, que no son posibles desarrollar aquí, la sindéresis política de la dirigencia opositora es la clave para el 2024. La realización de unas primarias donde entendamos que el adversario está en la acera de enfrente y no de nuestro lado. Aspirar que este proceso fortalezca la unidad de la oposición y no la pulverice, que logré animar y despertar en todos los venezolanos que las circunstancias nos gritan: ¡este es el momento para salir de la pesadilla!