July ladra cuando localiza personas en el fondo de una edificación. Maia desciende lentamente por un barranco. Ambas participan en un simulacro de rescates tras catástrofes, e integran el equipo de caninos de México que han salvado vidas, como en el reciente terremoto en Turquía.
En otro momento de los ejercicios, July, una labrador negra de siete años, se deja transportar en una ambulancia con una pata vendada. En la simulación, se adentró de noche entre arbustos con dos collares, uno con luz. Tras unos minutos, se escucharon sus ladridos cuando encontró a un paramédico y a un herido que necesitaban ayuda.
En otro momento, Maia camina entre rocas y pastizales y al llegar a un barranco se detiene para que sus entrenadores le coloquen el equipo de rapel para descender. Apenas se mueve en la bajada.
El simulacro fue organizado este pasado fin de semana por la Cruz Roja de México en el estado de Puebla, en el centro del país, para mantener el entrenamiento de 18 perros, 10 acreditados por la organización estadounidense Urban Search and Rescue (USR) para dar auxilio en cualquier parte del mundo.
Con mucha experiencia en desastres naturales en México, July encontró seis cuerpos entre los escombros tras el sismo del 6 de febrero en el sureste de Turquía, que dejó más de 50.000 muertos.
Era la primera vez que July acudía a un llamado de auxilio internacional.
Su labor “alivió al sufrimiento humano de las personas que estaban en espera de recibir a sus familiares” fallecidos, dice Anneth López, de 35 años, la rescatista que trabaja y vive con July desde que era una cachorra.
Orgullosa, López no oculta su apego por July. “Una no puede estar sin la otra”, asegura.
“Hablar el mismo idioma”
Además de July, otros perros mexicanos viajaron a Turquía, entre ellos Proteo, un pastor alemán del Ejército, murió en un derrumbe.
Al llegar a Adiyaman, una ciudad turca devastada por el sismo, “empezamos a hacer extracciones de personas fallecidas y también de personas vivas”, comenta tras el simulacro Alberto Peña, un veterinario de 36 años.
“Lo importante de este tipo de ejercicios es que todo el personal con el que nos estamos preparando día a día hablemos el mismo idioma en el tema de rescate”, dice.
López apunta que todo el equipo de salvamentos debe saber incluso cómo agarrar a los caninos, porque esa maniobra varía si están lesionados o tienen que ser transportados por extraños.
Como heroica antecesora, los perros rescatistas mexicanos tienen a Frida, una labrador de color miel, que, vestida con su equipo de protección, se convirtió en un símbolo de esperanza durante los terremotos que sacudieron a México en 2017.
Su primera misión fue durante el sismo de 2010 en Haití, donde ayudó a sacar a 12 personas vivas y a 12 sin vida. En un deslave en Ecuador en 2017, localizó los cadáveres de 20 personas.
Las fuerzas armadas mexicanas rindieron homenaje a Proteo y Frida, quien murió cuando ya estaba retirada.
AFP