La realidad objetiva prueba que en las Américas las crisis migratorias que sufren los países democráticos están causadas por las crisis humanitarias provocadas por las dictaduras de Cuba y Venezuela; que la agresión del narcotráfico es realizada y sostenida por las dictaduras/narcoestados de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua; que la desestabilización y conspiración permanentes contra los gobiernos democráticos proviene de esas mismas dictaduras como sistema de crimen organizado trasnacional; que la conspiración permanente contra la estabilidad económica y social se organiza y opera desde las dictaduras castrochavistas exacerbando conflictos y realizando confrontaciones.
Utilizando la representación internacional, las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua que subordinan gobiernos paradictatoriales de Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia atacan la paz y seguridad internacionales apoyando -directamente o con abstenciones- la invasión de Rusia a Ucrania y la organización de un bloque mundial contra la democracia activado por Lula da Silva. También lo hacen promoviendo la falsa narrativa contra la lucha contra el narcotráfico y la impunidad de reconocidos criminales a los que promueven en elecciones.
A lo largo de este siglo las dictaduras del socialismo del siglo XXI tienen la iniciativa con acciones -en general delictivas y violatorias de derechos humanos- que producen las crisis de migración, narcotráfico, inseguridad, inestabilidad, crisis sociales y económicas, frente a lo que los gobiernos democráticos son solo reactivos, buscando atenuar los síntomas en lugar de tomar iniciativas frente a las causas. La falta absoluta en la identificación del enemigo y de políticas de estado para el cumplimiento de las obligaciones nacionales e internacionales, es la gran ventaja estratégica que las dictaduras aprovechan hasta ahora.
El extremo de ser reactivos y quedar atrapados en la emboscada de las dictaduras, de poner en crisis a todos y echarle la culpa a la democracia, son las acciones de ayuda a los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela, la tolerancia con los de Bolivia y Nicaragua, ayudándolos con la esperanza de que se atenué la migración o se liberen algunos presos políticos, o se conceda una promesa de libertad a los pueblos, o la falacia de que en las próximas elecciones -en dictadura- las cosas pueden cambiar.
Los contratiempos que las dictaduras han sufrido en su proceso de crecimiento -que es el mismo de la desestabilización y destrucción de las sociedades libres- se debió solo a factores aislados como la prensa libre que hizo publica la corrupción trasnacional del Lava Jato impune hasta ahora en la mayoría de los países; actuaciones de jueces independientes que condenaron a los delincuentes que detentaron el poder, pero sin lograr ejecutar sentencias por nulidades o encubrimiento; narcoestados señalados pero no recuperados; los intentos de transición a la democracia fallidos en Bolivia y Venezuela por sometimiento de quienes debiendo hacer transición fueron parte del continuismo.
El resultado objetivo es menos democracia y más dictadura y dictaduras. Mas impunidad y pérdida de credibilidad en los principios y valores de la libertad, más narcoestados y narcotráfico con agresiones directas a las sociedades democráticas, crisis en las economías de los países con democracia por el costo de la presión migratoria y delictiva promovida por las dictaduras, imposibilidad creciente de gobernar bien en democracia sin un progresivo sometimiento a las condicionalidades criminales de las dictaduras.
No hay manera que la libertad y la democracia sobrevivan si sus lideres no identifican objetiva y claramente el enemigo y toman iniciativas para cesar la agresión y neutralizar al agresor. Atender solo las consecuencias y no las causas solo agrava la situación. Se trata de entender que la defensa de la libertad y la democracia empieza con la terminación de las dictaduras, como estrategia, objetivo y cumplimiento de las obligaciones contenidas en las Constituciones de cada país democrático y en la Carta Democrática Interamericana, la de Las Naciones Unidas, de la Organización de Estados Americanos, el Estatuto de Roma, la Convención de Palermo y más.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy