Sus compañeros de la serie dicen que es imposible trabajar con él, pero aceptan que nadie podría interpretar mejor a Kendall Roy, el frustrado hermano del medio de la serie. La historia de un actor que se aferró a su sueño como a su propia vida y no paró hasta conseguirlo
A Jeremy Strong le gusta citar una frase de Chéjov: “Dime lo que quieres y te diré quién eres”. Lo hace al hablar de su personaje en Succession. Pero vale tanto para Kendall Roy –el papel por el que ganó el Emmy y el Globo de Oro como Mejor Actor en una Serie Dramática y que lo convirtió en una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time– como para él mismo.
Por Infobae
Nacido en Boston, Massachusetts, en la Navidad de 1978, Strong creció idolatrando a Daniel Day-Lewis, Al Pacino y Dustin Hoffman. En su cuarto de adolescente en los suburbios tenía colgados tres pósters: uno del primero en Mi Pie Izquierdo (1989), otro de Pacino en Tarde de Perros (1975), y uno más del último en Rain Man (1988).Todos son actores conocidos por haber dejado la vida en cada película, entrenarse intensamente e incluso cambiar su fisonomía de forma extrema cada vez. Así es como ve la actuación el intérprete, de 44 años: “Tomo a Kendall tan en serio como a mi propia vida”, le dijo a Michael Schulman en 2021 para lo que terminó siendo un controvertido perfil en The New Yorker.
Aquella nota y sus repercusiones dejaron en claro que Strong es un tipo difícil, tan sobresaliente en sus roles, como quisquilloso y antipático en el set. Sus propios compañeros lo ridiculizaron entonces y contaron que en las escenas improvisadas de Succession, la actriz que hace de su hermana, Sarah Snook (Shiv) lo hacía callar en serio porque era insoportable.
Kieran Culkin (Roman) dijo que tomaba cada cuadro como si fueran una batalla, “cuando esto debería ser una danza”, y que la forma en la que se aislaba en su rol podría servirle a él, pero no ayudaba en nada a sus colegas. Más paternal y acorde a su lugar en la ficción, el británico Brian Cox, dijo entonces que le preocupaba lo que se hacía “a sí mismo, y las crisis por las que tiene que pasar para preparar su papel”. La pelea siguió hasta hace poco: Cox le recomendó relajarse en su trailer y fumarse un porro.
Pero para Strong, toda la tensión que pueda provocar su manera de entrar en personaje es parte de la cosa. Aunque se dice que es un actor de método, él asegura que lo que en realidad hace es practicar la “difusión de identidad”: “Si tengo algún método, es simplemente borrar todo, pero todo lo que no tiene que ver con el personaje y las circunstancias de la escena –le explicó a Schulman–. Y, en general, eso significa borrar casi todo alrededor y dentro tuyo, para transformarte en un recipiente del trabajo que tenés que hacer”.
Para Robert Robert Downey, Jr., que compartió rodaje con él en El juez (2014), no importa cómo lo hace, pero lo que logra es impresionante: “Todo lo que sé es que cruza el Rubicón”, le dijo también a Schulman en el perfil que resultaría una espada de damocles para Strong. Sobre eso, le dijo hace poco a GQ: “Tuve mis quince minutos de vergüenza, con una larga cola. Es que hacía mucho que no me sentía tan juzgado”.
Aunque él lo viviera así, ese perfil, su primer gran nota en un medio masivo, sirvió también para construir su personaje público y hacerlo conocido: después de todo, no hacía más que hablar de un hombre obsesionado por su oficio cuyos colegas admitían, que más allá de cómo lo hiciera, lograba resultados extraordinarios. Y lo mismo le ocurre a la mayoría de la audiencia cada vez que se enfrentan con el inusual Kendall.
La nota de Schulman también contaba una anécdota de la filmación de El Juez, donde interpretaba al hermano con retraso madurativo de Downey para el que se preparó como Hoffman para Rain Man. Dicen que en una escena de un funeral para la que ni siquiera lo habían llamado, Strong se paseaba por el set sollozando, como si estuviera en su propio mundo.
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