Porque actúan como lo que son: un clan. Así como antes existió un grupo parecido de dictadores militares que fueron llamados la Internacional de las Espadas, y luego, con Rómulo Betancourt, avanzó la democracia en el continente, con apoyo irrestricto de los EEUU, ambas visiones, pues ahora se ha instalado este perverso grupo de izquierdistas crudelísimos liderados desde Cuba, bajo el manto del Foro de Sao Paulo. Con estrategias muy parecidas en el manejo del poder que algunos no quieren volver a soltar, según los “ejemplos” que imponen desde La Habana. Donde destacan la propia Cuba, Nicaragua y Venezuela. Mientras a tientos y trompicones transitan la misma ruta: Bolivia, México, Colombia y, ahora, Brasil. Toda una calamidad para América Latina.
Pero a Luiz Ignacio le salió horma para sus zapatos. Los respondones de Chile, el veleidoso Gabriel Boric y el uruguayo Lacalle Pou. Lo pusieron en su lugar al momento en el que el brasilero buscó blanquear las enrojecidas manos y el rostro salpicado de Maduro. Peor resultó el congreso que aprobó con votación en contra del accionar de Lula una moción de repudio a la sola presencia del dictador venezolano en su tierra. Le salió muy mal el intentar borronear sobre la palabra narrativa un discurso con cloro para el tirano de Venezuela.
Andan en conjunto buscando aliviarle las cargas a quienes detentan el poder criminal al norte del sur. Gustavo Petro diseñó un encuentro para aminorar o eliminar las sanciones impuestas a Venezuela. La respuesta de Europa y EEUU es franca: elecciones libres, respeto a los derechos humanos, negociación en México. Le salió mal el convite. Mientras Lula debe andar arrepentido de la coñaza que le dieron a su narrativa los críticos literarios del continente, incluyendo a los brasileños.
El giro vendrá desde España. La aplastante derrota infligida contra Pedro Sánchez necesariamente arrojará sus repercusiones en América. Allá no hubo manera de que arraigara y permaneciera anclado el proyecto latinoamericano de dominación ciudadana. Fue expulsado por los atormentados españoles, asqueados de las maneras y los productos sociales que el PSOE adoptó. Por eso Felipe González, otro crítico acérrimo de la dictadura tropical, ha marcado discurso aparte, como para librarse con justa razón de sus copartidarios extraviados.
Ahora se encuentran Petro y el fiscal de la Corte Penal Internacional. ¿Para que? Si el caso Colombia lo cerró Karim en su debido momento. ¿Para descargar a su compañero de clan venezolano? ¿Algún ofrecimiento mafioso? ¿Lo mandan a comprar conciencia contra los crímenes de lesa humanidad? ¿A suavizar la vaina? Parece que también por ahí se extravían. Parece. El giro se viene dando. Y es hacia la democracia. Hacia las libertades.