Spelling Bee: Cómo un adolescente de Florida se convirtió en el rey del deletreo en EEUU

Spelling Bee: Cómo un adolescente de Florida se convirtió en el rey del deletreo en EEUU

Dev Shah levanta su trofeo tras ganar la final del National Spelling Bee, el jueves en National Harbor (Maryland). NICK WASS (AP)

 

Las 11 letras de la palabra “psammophile” dieron el jueves por la noche el triunfo en el campeonato nacional de ortografía estadounidense Spelling Bee a Dev Shah, un estudiante de 14 años de Largo (Florida). Como delata su etimología, una psamófila es una planta, un cáctus, por ejemplo, capaz de sobrevivir en hábitats arenosos. “¿Viene del griego, ‘psamos’, arena, y ‘filos’, amante?”, preguntó Shah a los miembros del jurado. “Eso es”, le contestaron. Así que el muchacho se lanzó a deletrear, “P-S-A-M-M-O-P-H-I-L-E”, el público se volvió loco y estalló el confeti sobre su cabeza.

Por El País 

Sentada tras él, estaba la última superviviente en liza, Charlotte Walsh, una chica espigada, también de 14 años, de Arlington (Virginia), localidad situada al otro lado del río Potomac. Además de las reglas de la ortografía, Walsh a punto estuvo de pulverizar las de la estadística; era la única de las 11 finalistas del concurso, cuya fase final echó a andar el martes con 229 aspirantes, que no provenía de una familia indoestadounidense, comunidad que lo domina abrumadoramente desde principios de siglo. No pudo ser: le lanzaron el término “daviely” (una manera bastante oscura y refinada de referirse en inglés a una persona apática), soltó un “Oh, Dios mío” que le salió del alma y erró al deletrear un vocablo inventado, aunque extrañamente eufónico: “daevilick”.

Charlotte Walsh, en un momento de la final. WILL OLIVER (EFE)

 

El ganador, que se llevó los 50.000 dólares del premio (algo más de 46.000 euros), se decidió tras 14 rondas y casi dos horas de nervios, decepciones y pausas publicitarias para la retransmisión televisiva en uno de los amplios auditorios del National Harbor, centro de convenciones con vistas al río, situado al sur de Washington, ya en el Estado de Maryland.

El público estaba compuesto por una mezcla de familias de los participantes del concurso, niños de entre 9 y 14 años con pinta de empollones y talentos como resolver el cubo de Rubik en 15 segundos, campeones de ediciones anteriores y otras celebridades del mundo del deletreo, así como periodistas que habían acudido a cubrir un evento de gran repercusión en Estados Unidos. Un país tremendamente competitivo en el que se habla un idioma de fonética caprichosa y el deletreo es una actividad cotidiana. Como bien saben los extranjeros, lo primero que uno debe aprender al llegar es a hacer lo propio con su nombre: “Ai-kei-i-ar”. También es ese país en el que uno de los mayores ridículos que se imputan a un vicepresidente fue aquella vez que Dan Quayle, segundo de George Bush padre, corrigió a un niño que había escrito bien “potato”, y le dijo que se deletreaba “potatoe”.

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