Es considerada un mal poco frecuente. Causa debilidad y fatiga muscular e impide o dificulta la realización de tareas cotidianas. Cómo se diagnostica y cuáles son las terapias para una mejor calidad de vida.
Por infobae.com
La miastenia gravis es una enfermedad autoinmune de las consideradas poco frecuentes que se caracteriza por un estado de agotamiento que puede afectar únicamente a la musculatura ocular o puede extenderse al resto de los grupos musculares. Aunque se puede identificar en personas de cualquier edad, se la suele diagnosticar con mayor frecuencia en mujeres menores de 40 años y en hombres mayores de 60 años.
Las cifras concluyentes sobre el número de personas afectadas en el mundo, las asociaciones especializadas señalan que entre 20 y 30 personas por cada 100 mil habitantes la padecen.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Concientización sobre la Miastenia gravis. Por este motivo las organizaciones de pacientes y familiares y la comunidad médica aprovechan la fecha para difundir información y datos certeros sobre esta particular dolencia autoinmune.
“Hoy la Miastenia gravis es considerada una enfermedad autoinmune considerada parte del grupo de las enfermedades raras o poco frecuentes”. Las estadísticas epidemiológicas en Argentina son escasas, pero los resultados de estudios realizados años atrás sugieren que en el país la prevalencia es de alrededor de 35 pacientes cada 100 mil habitantes. “Estos números están en línea con las cifras de otros países”, aseguró la doctora Valeria Salutto, neuróloga de planta del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y directora médica de CADIMI (Centro de Asistencia, Docencia e Investigación en Miastenia).
De acuerdo con las explicaciones de esta experta, “la miastenia gravis es una patología que aparece cuando se daña la unión entre los nervios motores y los músculos”. Esta unión, donde se efectúa la transmisión de la señal para que el músculo ejecute un determinado movimiento, se concreta gracias al correcto funcionamiento de una serie de receptores moleculares que interactúan con varias moléculas llamadas neurotransmisores.
Cuando una persona está afectada por la miastenia gravis su propio sistema inmune genera anticuerpos (defensas) que, por error, atacan a los receptores localizados en la unión neuromuscular. Lo que termina ocurriendo es que la señal eléctrica, que codifica las órdenes desde el sistema nervioso hasta la fibra muscular, no se termina de transmitir correctamente. En consecuencia, el músculo en cuestión se contrae menos de lo que debería, o lo hace en forma débil, y se generan así los síntomas que caracterizan a la miastenia gravis, explicó la neuróloga.
Los anticuerpos más comunes asociados a esta enfermedad (en más del 80% de estos pacientes) se llaman ACRA (anticuerpos antireceptores de acetilcolina) y son los que atacan a los receptores musculares especializados en interactuar con un neurotransmisor llamado acetilcolina, que es clave en la contracción del músculo. La presencia de ACRA en la circulación se asocia directamente con el diagnóstico de esta patología, precisó.
Cuáles son los síntomas de la miastenia gravis
Como se mencionó, una de las características centrales de esta enfermedad es la debilidad muscular, que fluctúa a lo largo del tiempo. Puede haber momentos en los que el paciente no experimente síntomas, pero al hacer ciertas actividades físicas, o simplemente con el correr del día, la sintomatología comienza a aparecer y el paciente a padecer una debilidad importante que suele recuperarse tras el descanso. La variedad de estas situaciones es amplia y depende de la gravedad de cada caso y del cumplimiento del paciente con su tratamiento.
En ocasiones la enfermedad sigue un curso benigno, especialmente en personas mayores de 60 años, que es considerado un inicio tardío o muy tardío. Pero a veces, sobre todo si la afección tiene un inicio temprano y se expresa a partir de los 30 o 40 años, puede presentar un curso más agresivo y generalizarse, afectando a más grupos musculares. Los neurólogos también refieren que hay un puñado de casos de miastenia gravis infantil y neonatal.
Qué origina la miastenia gravis
En el origen de esta patología suele haber una cierta predisposición genética, sin embargo, actualmente no se considera que la enfermedad sea hereditaria. En algunas situaciones se identifican casos de bebés que nacen con esta sintomatología, de madres diagnosticadas con miastenia gravis. Sin embargo, esa forma “neonatal”, si es tratada oportunamente, por lo general se recupera en forma total durante los meses posteriores al nacimiento. Muy excepcionalmente, nacen algunos bebés con una forma muy rara y hereditaria denominada “Síndrome Miasténico Congénito”, dijo la doctora Salutto.
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