John Reyes/KTLA
Una familia californiana enfrenta un dilema sobre qué hacer con el tesoro que sus integrantes encontraron el año pasado. Cuando arreglaban una casa construida a finales del siglo XX, en el barrio de Pico-Union de Los Ángeles, la misión de limpieza se volvió una de rescate en el sótano. Arrodillándose para llegar a los lugares profundos, vieron una especie de madriguera. En el camino, tropezaron con algunos centavos sueltos y rollos de papel desintegrados, hasta que fueron testigos de varias cajas. Adentro, la sorpresa fue mayor: había decenas de bolsas de banco con miles de centavos antiguos.
Por La Nación
John Reyes, agente inmobiliario de Inland Empire se ha dedicado a limpiar la casa de su suegro, Fritz, junto con su familia, con planes de renovarla para la próxima generación. Su suegro y el hermano de este eran inmigrantes alemanes y vivieron en esa residencia por décadas, en las que acumularon toda clase de objetos. Cada vez que todos logran coordinar sus apretadas agendas, van al sitio para hacer la limpieza, narró Reyes a KTLA.
Aunque ya tenían años con este proceso, todo cambió hace unos meses, cuando su atención a los detalles los llevó al tesoro. El descubrimiento de las monedas los emocionó, pero también los hizo darse cuenta de su realidad: tenían pesadas bolsas que debían sacar del estrecho sótano y llevarlas a la luz. Por lo tanto, eligieron tres, tomaron varios puñados de centavos y confirmaron que estaban hechos de cobre “Algunos de los bancos ya ni siquiera existen”, afirmó Reyes.
Poco a poco, la familia comenzó con los cálculos aproximados y estimaron el descubrimiento en un millón de centavos. Entonces, les surgió la pregunta sobre qué podían hacer. Ya que en días recientes la numismática, que se refiere al coleccionismo de monedas y otros objetos relacionados, adquirió una gran popularidad, primero trataron de averiguar el valor del contenido de las bolsas.
“Tenemos que llevarlos a Coinstar”, recordó el hombre sobre su pensamiento de ese instante, pero pronto cambió de idea. Si seguían por esa ruta, tenían que trasladar todo a Ontario, California, y pagar una comisión. Con esa opción descartada, comenzaron a llamar a diferentes bancos, pero nadie estaba interesado en resguardar esa gran cantidad de monedas.
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