InSight Crime: Los “Tancol”, el enemigo fantasma de Nicolás Maduro

InSight Crime: Los “Tancol”, el enemigo fantasma de Nicolás Maduro

Soldados marchan durante un desfile militar por el Día de la Independencia en Caracas, Venezuela. Ariana Cubillos / AP

 

En Venezuela, el régimen combate, literalmente, a un fantasma. A mediados de 2021, apareció un nuevo y misterioso actor criminal que obsesionó a las fuerzas de seguridad del país, quienes persiguieron a las células de este grupo por toda Venezuela.

Por InSight Crime

“No son guerrillas ni seudoguerrillas ni paramilitares”, declaró Nicolás Maduro en septiembre de 2021. “Son los Tancol: terroristas armados y narcotraficantes de Colombia. Y esos grupos Tancol han venido infiltrándose en territorio venezolano”.

Pero después de un año y medio de operativos contra los llamados Tancol, acrónimo que designa los terroristas armados narcotraficantes de Colombia, aún no hay evidencia de que dicha red criminal exista por fuera de la imaginación del estado venezolano.

Según Maduro, la presencia de los Tancol en Venezuela hacía parte de una estrategia ideada por la oligarquía colombiana para atacar al país desde adentro, y Venezuela se estaba preparando para contraatacar.

Unas semanas después, Maduro reveló más detalles sobre la presunta trama de los Tancol contra Venezuela. Alegó que esas células estaban conformadas por sicarios, exoficiales del ejército y de la policía de Venezuela y Colombia, y por paramilitares colombianos, entrenados por el gobierno del entonces presidente de Colombia, Iván Duque.

Su plan, señaló Maduro, era atacar infraestructura crítica, como la red eléctrica, y actuar como agitadores políticos para debilitar la Revolución Bolivariana ?el movimiento político iniciado por el exmandatario Hugo Chávez?.

La declaratoria de guerra de Maduro se conoció dos semanas después del primer informe de un operativo contra los Tancol, en el desarrollo del cual las fuerzas de seguridad detuvieron a un hombre cerca de la frontera con Colombia, en el estado de Apure, y lo acusaron de ser colaborador de un excomandante paramilitar. Las autoridades revelaron que al momento de la captura, el hombre no portaba armas ni contrabando, sino ocho pares de botas de caucho negras y el mismo número de pares de medias negras, dos mosquiteros, dos sobres de talco para pies y equipos de comunicación.

Hacia finales de 2021, las fuerzas de seguridad habían informado de un total de 12 acciones desplegadas contra los Tancol, según el monitoreo hecho por InSight Crime de fuentes oficiales y notas de medios.

Muchos operativos, pocos resultados

En 2022, las operaciones se multiplicaron. Para finales del año, se habían registrado 126 acciones de las fuerzas de seguridad contra los Tancol, un promedio de 11 por mes. Para finales de febrero de 2023, 18 meses después de la primera captura, InSight Crime había registrado un total de 149 acciones contra los supuestos Tancol.

En la superficie, los Tancol han sido de lejos el principal objetivo de las fuerzas de seguridad venezolanas en este periodo. Pero los patrones que se observan en estos operativos poco ayudan a sustentar las pretensiones de Maduro de un plan de los Tancol contra su régimen, o siquiera de la existencia de alguna red criminal.

Al evaluar la información suministrada en cada caso, incluida la ubicación; las actividades criminales implicadas; los perfiles de los detenidos, y el equipo, armas e infraestructura empleados, InSight Crime determinó que el 41% de los operativos en ese periodo se dirigieron contra grupos guerrilleros colombianos, especialmente las ex-FARC mafia, una red grupos con conexiones poco articuladas que se negó a dejar las armas tras el acuerdo de paz de 2016 con las ahora desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Estos participan en el narcotráfico y han sido clasificados como organizaciones terroristas por Estados Unidos.

Sin embargo, no se sabe que las ex-FARC mafia hayan cometido actos de terrorismo político en territorio venezolano, e incluso quienes han sido atacados en los operativos de seguridad hasta hace poco tenían estrechos lazos delincuenciales y políticos con elementos del estado venezolano.

Hay una gran probabilidad de que el otro 40% de las acciones se dirigieran contra redes narcotraficantes, que en algunos casos involucraron a delincuentes colombianos. Los objetivos variaron: desde sofisticadas redes de transporte transnacional de narcóticos hasta correos humanos que llevaban unos cuantos gramos de cocaína en el estómago y, en un caso, una mujer que vendía un ungüento tópico supuestamente a base de coca y marihuana.

En resumen, los casos analizados no involucraban a grupos armados con motivaciones políticas. En su lugar, se trató de redes clandestinas —o reclutas rasos de las mismas— dedicados al trasiego de drogas o que prestaban servicios logísticos a traficantes, como el contrabando de combustible para avionetas. En varios casos, los detenidos estaban incluso por debajo de este grado de amenaza a la seguridad y fueron detenidos por narcomenudeo.

Muchos de los operativos restantes se dirigieron contra grupos sin conexión conocida con el narcotráfico o el terrorismo, y sin vínculo aparente con Colombia.

Estos incluyen a las bandas mineras del estado de Bolívar, conocidas como sindicatos. Las autoridades clasificaron como Tancol a miembros de la banda El Ciego, el Tren de Guayana, el Sindicato de El Perú y la Organización R (OR), aun cuando se trataba, en todos los casos, de grupos venezolanos dedicados a lucrarse del contrabando de oro.

Las autoridades también aplicaron este rótulo a las bandas extorsivas, como la que opera bajo el mando de Erick Alberto Parra Mendoza, alias “Yeico Masacre”, y, en un caso, a una banda local dedicada al abigeato.

Ninguna de las acciones estudiadas mostró evidencia de ataques terroristas, actividad política o conspiración de cualquier tipo contra el estado venezolano ni mostraron tener conexiones con el gobierno colombiano o con las élites económicas del vecino país.

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