Su novia le dijo que no se comprara el scooter eléctrico.
Por Clarín
Pero Alfonso Villa Muñoz estaba intrigado. Trabajaba en un comercio de Brooklyn en agosto pasado cuando un repartidor le dijo que conocía a alguien que vendía uno por 700 dólares. Muñoz dijo que sí.
El monopatín era rojo brillante y tenía el número 7 en la parte delantera. Bajo el asiento había una batería extragrande de iones de litio. Cuando había que cargarla, Muñoz la sacaba del scooter y la cargaba con las dos manos hasta el tercer piso del departamento de la pareja en College Point, Queens.
Un mes después, la batería explotó en el living, provocando llamaradas que envolvieron el departamento. Muñoz llamó a gritos a Stephanie, su hija de 8 años, que dormía. No pudo atravesar la pared de humo negro para llegar hasta ella. Stephanie murió por inhalación de humo.
“Es como si trajeras la muerte y la destrucción a tu casa, y no sólo para vos sino también para todos los que te rodean”, dijo Muñoz, de 36 años, quitándose los anteojos para secarse las lágrimas. “Podés perderlo todo”.
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