Cuando una relación se convierte en obra de teatro. La amante es protagonista, el amante galán, y el cónyuge espectador. Un juego de roles en el que todos piensan que actúan bien, excepto el consorte, que ni siquiera sabe que está en el escenario.
Un fenómeno complejo que envuelve dinámicas interpersonales, relaciones de género, valores sociales y emociones. Aunque no es un diagnóstico clínico, el término se utiliza para describir la situación en la que una persona se involucra en coqueteos y cortejos románticos con quien está comprometido en una correspondencia monógama.
Se puede analizar a través de la hipótesis de la interacción simbólica, construcción social del amor y lealtad. La sociedad establece normas y expectativas en torno al amorío; fidelidad, compromiso y exclusividad. Cuando una persona se convierte en amante, desafía estas reglas sociales y se implica en un devaneo percibido como transgresión.
También, es examinado en términos de motivaciones y dinámicas emocionales que llevan a buscar o aceptar el papel del amante. Las razones pueden incluir: atención, afecto, aventura, satisfacción emocional, búsqueda de poder y control. El amante experimenta emociones contradictorias, amor, ambición, culpa, celos y frustración, ya que el amorío se caracteriza por el intimo secreto, la clandestinidad, falta de compromiso e incertidumbre sobre el futuro.
Es importante reflexionar que el síndrome del amante, tiene múltiples interpretaciones y diferentes manifestaciones según el contexto cultural y la experiencia individual. Algunos distinguen al amante como responsable de la discordia, y otros cuestionan la ética de la monogamia. Comprenderlo implica examinar aspectos sociológicos y psicológicos.
Los amantes políticos se involucran en relaciones sentimentales o sexuales. Protagonistas de controversia y escándalo. Atracción por el poder e influencia, oportunidad de beneficio personal o profesional, búsqueda de distracción o pasatiempo. Sin embargo, afloran las contrariedades éticas y legales por vínculos inapropiados, conflicto de interés y decisiones afectadas por la relación. En algunos países, existen regulaciones y códigos de conducta.
Y, cuando un régimen padece el síndrome del amante, se refiere a una situación en la que los representantes establecidos tienen comportamiento similar al del amante en un trato extramarital. Metáfora que se utiliza para describir muestra de lealtad o preferencia hacia intereses externos o actores no gubernamentales, en detrimento de necesidades en su país y ciudadanos.
Hay aspectos que caracterizan esta situación. Una administración tiende a depender de intereses extranjeros o grupos de poder no gubernamentales, revelándose a través de la influencia de actores internacionales (Rusia, China, Irán, Nicaragua, Cuba) en la toma de decisiones; adopción de políticas que benefician a grupos económicos o corporaciones foráneas (Foro de Sao Paulo, Grupo Puebla) en menoscabo de lo endógeno, y falta de autonomía en la formulación de políticas.
La desconexión ciudadana se hace evidente, al no priorizar insuficiencias y preocupaciones de los ciudadanos. Un gobierno afectado, está más preocupado por consentir al amante (entrega de gasolina a Cuba, compra de chatarra militar a Rusia, convenios comerciales con Irán). Mostrando falta de respuesta a demandas locales, oscuridad de transparencia en la toma de decisiones e implementación de políticas en perjuicio de la población.
El desconocimiento deliberado en la rendición de cuentas es típico, la discreción y menoscabo de la pureza son comunes. Implica opacidad, violación de los Derechos Humanos, imprecisión en la gestión de recursos públicos, incumplimiento de los deberes, corrupción generalizada, impunidad e irresponsabilidad en casos de malversación de fondos o abusos de poder.
La priorización individual o de un grupo afecto en un gobierno amoroso de la amante, favorece a catervas específicas, e incluye manejos que benefician a un pequeño conjunto de élite, protección de beneficios mercantiles y promoción de agendas personales sobre el interés público. Término, que se utiliza como alegoría para describir dinámicas en una administración. Sin embargo, útil para analizar y entender situaciones en las que, los involucrados anteponen provechos a los de su país y sus ciudadanos.
El síndrome del amante es como una película de suspenso, solo que el suspenso no está en la trama, sino en cómo evitar ser descubierto. ¿Cuál es la diferencia entre el amante y una ilusión óptica? El amante solo puede ser visto por uno, (negociaciones, pactos cupulares, convivencia) mientras que la ilusión óptica puede ser vista por todos.
@ArmandoMartini