Para el japonés la convivencia es un aspecto fundamental. Es probable que lo que haya privilegiado esta convivencia en el país, sea la superpoblación, el hecho de que acá vivan 125 millones de habitantes en un espacio territorial muy pequeño, aquí se concentran 340 habitantes por km². Para hacer un símil, si Venezuela tuviera la concentración de población del Japón, tendría 310 millones de habitantes, en lugar de los treinta que nos dicen que tenemos. Ante tal presión demográfica, se dispone de menos espacio, y estos, cada vez son más pequeños, y nos referimos a todos los espacios. Por ejemplo, en el hotel donde nos hospedamos, en mi habitación, es tal la estrechez, que no disponemos ni tan siquiera de una silla o un closet, no cabrían, ya que el 70% del área disponible lo ocupa la cama.
En cuanto a los restaurantes, hay unos que no tienen mesas, sino cubículos sumamente pequeños, en otros restaurantes de la calle, cabe únicamente una barra, cuya distancia, es más o menos de un metro entre la pared y ella, muy ajustada. En los abastos, los pasillos son mínimos. Mientras que los apartamentos son especialmente conocidos por sus reducidas dimensiones.
Para nosotros los venezolanos es un contraste muy grande, una sociedad donde todos los espacios son tan reducidos, nosotros estamos acostumbrados a los grandes lugares amplios. En Tokio, prácticamente, no se ven parques en las diferentes zonas. Todos los sitios disponibles están tomados por los edificios, solo hay un gran parque, que es el Palacio Imperial. Y entre Tokio y Yokayama, te encuentras con zonas industriales consecutivas, donde una fábrica está al lado de la otra, hay una gran concentración industrial en este lado del país, en comparación con la zona que da al mar del Japón, que ocupa el 70% del país, que son zonas montañosas con menos densidad de población.
Es de hacer notar, como esta sociedad ha logrado un buen nivel de prosperidad, y es así, porque privilegia el trabajo, han logrado alcanzar un ingreso per cápita de unos 44.000 dólares anuales, donde la clase media representa el 90% de la población.
Notamos además de la presión social a la convivencia, la que tiende a la homogeneidad, que se hace más patente en el vestido, en el fondo pareciera que todos van uniformados. En el caso de las mujeres, estas usan blusas y pantalón largo, o vestido de corte maxi (hasta los tobillos), como las evangélicas. Los hombres van de pantalón (nada de bermudas), zapatos de cuero y camisas de vestir de manga corta o larga. Los colores que generalmente se llevan, son el marrón, el blanco, el negro, verde pastel, y no se usan prácticamente los colores primarios; amarillos, azules, rojos. Solo se llevan prendas unicolor, no hay combinaciones de colores en una camisa o una falda, etc., como podría tener la ropa de marca, no se ve algo que los diferencie.
El 30% de la población es mayor de edad, de forma que las razones de muerte son en primer lugar el cáncer, en segundo lugar los problemas cardíacos y en tercer lugar la vejez, que aquí está catalogada como una causa de muerte. Mientras que por cada nacimiento ocurren dos fallecimientos y al igual que Europa, cuenta una población envejecida que tiende a contraerse. Ciertamente un contraste y una experiencia enriquecedora.
Economista/ Master en Finanzas/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/