Durante cientos de años, el ser humano ha estudiado y tratado de dilucidar qué es lo que lo separa de los animales.
Por BBC Mundo
La biología, la sociología, la antropología y hasta la filosofía se nutren de esta pregunta existencial; incluso el derecho, donde se estableció que cierto grupos de animales y en ciertas circunstancias pueden ser considerados “persona jurídica”.
¿Tendrá, entonces, derechos la inteligencia artificial (IA)? ¿Tendrá derecho a… la vida?
A partir del hipersónico desarrollo de la inteligencia artificial, hay un nuevo elemento, quizá el quinto elemento, que no está hecho ni de tierra, ni de fuego, ni de aire, ni de agua. Es la anti-vida, la inteligencia artificial que obliga a la humanidad a confrontarse con un superpoder que ella misma ha creado.
Las inteligencias artificiales superan la prueba de Turing o test de Turing (la clásica herramienta de evaluación de la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente), y lo hacen sin pestañear.
En Blade Runner ya era difícil distinguir humanos de robots. La emoción ha sido casi siempre el factor humano que ha hecho caer a robots y máquinas en la trampa y delatarse –aunque las lágrimas en la lluvia del replicante Roy Batty sean las más emotivas del cine de ciencia ficción de toda la historia–.
Pero ¿qué pasará a partir de ahora? ¿Qué será humano cuando las inteligencias artificiales lo sean todo? ¿Qué prueba vamos a inventar para detectarlas?
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