Bella, la perra que acompañó al australiano Tim Shaddock durante más de dos meses a la deriva en la inmensidad del Pacífico, celebra este viernes su día mundial junto a su nuevo “papá”, un pescador que fue el primero en abrazarla tras su rescate.
“Fui uno de los que tuvimos el primer contacto con ella”, relató a la AFP Genaro Rosales, de 48 años, en el puerto mexicano de Manzanillo (oeste), a donde el náufrago llegó el martes. “La abracé para subirla a unas embarcaciones pequeñas que traemos”.
Con 13 años pescando en altamar, Rosales, originario del balneario de Mazatlán (noroeste), es uno de los tripulantes del barco atunero mexicano María Delia que localizó días atrás el catamarán averiado donde Shaddock, de 54 años, y Bella sobrevivieron a base de pescado crudo y agua de lluvia.
El pescador detalla que junto a tres compañeros se acercaron a los náufragos utilizando dos botes. Dos de ellos auxiliaron a Shaddock, mientras que Rosales y el otro pescador se ocuparon de la perrita.
“Ella se sintió contenta cuando nos vio a nosotros y quiso brincar rápido para la lancha, para el bote que traíamos”, recuerda.
Shaddock partió en abril desde La Paz (noroeste), en la península mexicana de Baja California, para realizar un viaje de unos 6.000 km hacia la Polinesia Francesa.
Antes de zarpar conoció a Bella, que vagaba en las calles, y aunque trató de encontrarle un hogar, la perra lo seguía a todos lados. Decidió llevarla en su travesía.
Su embarcación, llamada Aloha Toa, se averió tras una fuerte tormenta en el Pacífico Oriental y quedaron a la deriva.
“Segundo papá”
Rosales, quien se declara un “amante de los perros y de todos los animales”, se encargó de calmar y realizar las primeras curaciones a Bella, mostrando un cuidado que no pasó desapercibido para Shaddock.
“Timothy vio el trato que yo le daba a Bella, las atenciones que yo le di”, cuenta Rosales.
Preocupado por el estrés adicional que la perra podría sufrir si fuera trasladada hasta Australia, Shaddock le planteó la posibilidad de adoptarla.
“Yo le platiqué que a mí me gustaban los animales, yo tengo un perrito, tengo gatos, pericos ¡he tenido de todo! Y bueno, él decidió que yo fuera su segundo papá”, dice sonriente.
Rosales asegura que Bella, mestiza de unos tres años con pelambre oscuro y manchas doradas, “es muy dócil”, casi no ladra y está físicamente muy bien, aunque requiere vacunas y tiempo para superar la tensión a la que estuvo sometida.
“La doctora (veterinaria) me dijo que sí, que estaba un poco estresada, por el tiempo que estuvo en altamar”, señala.
Apegada al pescador desde el primer día, una vez que Bella pueda ir a Mazatlán conocerá a “su nuevo hermanito” Vicente, un perro pug al que, confiesa Rosales, consiente bastante.
“Mis mascotas duermen en mi cama, les prendo el aire acondicionado, tienen todos los privilegios”, dice.
En el Día Mundial del Perro, que se celebra en varios países el 21 de julio, Rosales subraya que para él estos animales son como seres humanos y merecen el mismo trato.
“Es un integrante más de la familia, cualquier tipo de animal que tengan en su casa, hay que darles las buenas atenciones y los buenos tratos”, afirma. AFP