Cuando Yevgeniy Prigozhin, el jefe del grupo de mercenarios Wagner, lanzó su intento de motín en la mañana del 24 de junio, Vladimir Putin se quedó paralizado e incapaz de actuar con decisión, según funcionarios ucranianos y de otros cuerpos de seguridad en Europa. No se emitieron órdenes durante la mayor parte del día, dijeron los funcionarios.
Por Infobae
El presidente había sido advertido por los servicios de seguridad rusos con al menos dos o tres días de antelación de que Prigozhin estaba preparando una posible rebelión, según evaluaciones de inteligencia compartidas con The Washington Post. Se tomaron medidas para reforzar la seguridad en varias instalaciones estratégicas, incluido el Kremlin, donde se aumentó el personal de la guardia presidencial y se repartieron más armas, pero por lo demás no se tomaron medidas, afirmaron estos funcionarios.
“Putin tuvo tiempo de tomar la decisión de liquidar [la rebelión] y detener a los organizadores”, dijo uno de los responsables de seguridad europeos, que, como otros, habló bajo condición de anonimato para hablar de información sensible. “Luego, cuando empezó a suceder, se produjo una parálisis a todos los niveles… Hubo una consternación y una confusión absolutas. Durante mucho tiempo no supieron cómo reaccionar”.
Este relato del enfrentamiento, corroborado por funcionarios de gobiernos occidentales, proporciona la visión más detallada de la parálisis y el desorden dentro del Kremlin durante las primeras horas del desafío más severo a los 23 años de presidencia de Putin. Es coherente con los comentarios públicos del director de la CIA, William J. Burns, la semana pasada, de que durante gran parte de las 36 horas del motín los servicios de seguridad rusos, los militares y los responsables de la toma de decisiones “parecían estar a la deriva”.
También parece exponer el miedo de Putin a contrarrestar directamente a un señor de la guerra renegado que había desarrollado apoyo dentro del establishment de seguridad de Rusia durante una década. Prigozhin se había convertido en parte integrante de las operaciones globales del Kremlin dirigiendo granjas de trolls que difundían desinformación en Estados Unidos y operaciones paramilitares en Oriente Próximo y África, antes de asumir oficialmente una posición de vanguardia en la guerra de Rusia contra Ucrania.
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