El vuelo profesional de Kevin Spacey, que hoy cumple 64 años en medio de un juicio por delitos sexuales, tuvo hasta ahora tres etapas. 1) El despegue, durante la primera mitad de los 80, cuando irrumpió en el teatro clásico con piezas como “Enrique IV”, de Shakespeare -su debut, en el 81-; “Los espectros”, de Ibsen; “Misántropo”, de Moliére, y “Largo viaje hacia la noche”, de Eugene O’ Neill. 2) El pico de altitud, durante la segunda mitad de los 90, cuando alcanzó la constelación hollywoodense a través de “Los sospechosos de siempre” (1995; Oscar al actor de reparto), “Pecados capitales” (1995), “L.A. Confidencial” (1997) y “Belleza americana” (1999; Oscar al actor principal). 3) Pirueta final -su interpretación del inescrupuloso Frank Underwood en la serie “House of Cards”, a partir de 2013- y descenso en picada desde 2017, cuando el actor Anthony Rapp lo acusó de abuso sexual a sus 14 años.
MIGUEL FRÍAS // INFOBAE
Desde entonces, las denuncias contra Spacey estallaron -en los Estados Unidos e Inglaterra- como misilazos disparados desde las baterías antiaéreas de distintos acusadores. Hasta ahora, en el plano judicial, el actor demostró que es un hábil piloto de tormentas y logró varios aterrizajes forzosos: la absolución en algunas causas -la de Rapp entre ellas- y el naufragio de ciertas denuncias, a veces por las muertes de sus denunciantes en circunstancias poco claras. En el plano laboral, en cambio, aquella demanda de Rapp, que estalló el 30 de octubre de 2017 -en tiempos del escándalo de Harvey Weinstein, que cumple una condena a 23 años de prisión, y del “Me Too”- dio en el blanco: terminó con la carrera de Spacey, que pasó del prestigio a la cancelación y el repudio general sin escalas intermedias.
Padre nazi y violador
Nacido el 26 de julio de 1959 en South Orange, Nueva Jersey, Spacey dio siempre el perfil de un actor más british que estadounidense; reservado, de perfil entre bajo y misterioso, con una vida privada que transcurría en territorio del enigma. “Cuanto menos se sepa de mí, más fácil será convencer al público de que soy el personaje que aparece en la pantalla”, decía. Y también: “No hablar de con quién me acuesto hizo que me consideraran misterioso. Hubo un tiempo en que me habrían llamado caballero”. Caballero o abusador, a partir de 2017 ciertos detalles escabrosos de su intimidad se hicieron públicos, aunque no por boca de él sino de Randall, su hermano mayor, quien contó que ellos dos y su hermana Julie se habían criado en “la casa de los horrores”.
Se refería a su padre, Thomas Geoffrey Fowler, escritor creativo y guionista frustrado al que calificó como “pervertido y sádico” y al que acusó de haberlo violado reiteradamente y de haberle pegado a Julie. “La primera vez que abusó de mí, yo tenía 12 años -dijo-. Él entró en mi cuarto diciendo que iba a hablarme de las aves y las abejas pero no fue así. Me desabrochó el cinturón y empezó a tocarme. Grité, pedí ayuda. Mi mamá no pudo entrar porque la puerta estaba trabada por dentro. Mi papá me pegó, me obligó a callarme, y mamá se fue. Nunca me he sentido tan abandonado. Papá, que no tenía sentimientos, empezó a cogerme. Ese fue el comienzo de mi adolescencia”.
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