Descubrieron que los loros domésticos pueden hacer amigos y socializar por videollamadas

Descubrieron que los loros domésticos pueden hacer amigos y socializar por videollamadas

Los loros son capaces de establecer amistades entre sí mientras aprenden de sus interacciones (Imagen ilustrativa Infobae)

 

 

“¡Hola! ¡Ven aquí! ¡Hola!”, gritaron dos guacamayos viejos después de conocerse por medio de una videollamada. Una conducta que los investigadores de las universidades de Glasgow y Northeastern comprobaron al estudiar los beneficios de estas interacciones virtuales entre los loros, famosos por ser capaces de repetir algunas palabras.





Por Diego Durán | Infobae

En el experimento, los loros fueron elegidos debido a que viven en grandes bandadas en sus entornos naturales, explicaron los expertos a la revista Smithsonian. Al estar encerrados en ámbitos domésticos, podrían desarrollar tendencias autodestructivas como arrancarse las plumas. Los problemas psicológicos están ligados a las condiciones de aislamiento en las que algunas de estas aves se encuentran.

Con la tecnología en los hogares de sus dueños, los loros fueron libres de ponerse en contacto entre sí con asistencia humana. Las interacciones tuvieron resultados positivos y ayudaron a que estos animales vivieran acompañadas a la distancia con un ser similar a ellos. Algo que es posible ya que estas aves, como algunas otras especies de insectos y mamíferos, tienen habilidades para desarrollar actividades en comunidad. Y, ahora se comprobó, también en un ámbito virtual.

El estudio fue estructurado en dos fases. La primera tuvo 212 videollamadas en las que los dueños monitoreaban el comportamiento de los loros. La interacción duraba cinco minutos o terminaba antes si un ave perdía el interés o mostraba algún signo de incomodidad. El experimento se aplicó a 18 animales, de las cuales 15 lo terminaron.

En la segunda fase se conoció como “llamada abierta”. Los loros podían decidir a cuál de sus nuevos amigos contactar durante dos meses. En total se realizaron 147 videollamadas en las que estas aves permanecieron el tiempo máximo que fue fijado para la etapa. Incluso entendieron que del otro lado de la pantalla había otro pájaro.

“Algunos mostraban sus juguetes, cantaban, jugaban y se ponían boca abajo”, declaró Ilyena Hirskyj-Douglas, la investigadora de interacción animal-computadora en la Universidad de Glasgow al periódico británico The Guardian.

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