Lo recuerdo muy bien: asistí a una fiesta hacia mediados de diciembre de 1966 y, sin querer, escuché un comentario que no tardó en propagarse temprano respecto a una desgracia cercana a Venezuela. La pitonisa aludida no precisó cuál, pero todo el mundo dedujo un terremoto o el triunfo de las guerrillas fidelistas estaba ya en nuestro horizonte.
Quizá porque vivíamos cerca de la Corte Marcial por aquel tiempo, el repentino taladramiento de la calle disparaba el inconsciente. Por aquellos días, la reparación del asfaltado solamente lo detenía el traslado de los procesados del Cuartel San Carlos a los predios de San Bernardino, o los de las cercanías a la celebrada sucursal de Crema Paraíso, muchísimo más arriba que la fuente de soda del CADA en los días que no existía la cota mil y apenas estrenábamos las autopistas internas de llamativo nombre (el Pulpo, la Araña…).
La metrópoli cuatricentenaria dio motivo para todo, prosperando los reportajes sobre la fragilidad de sus edificaciones. Un movimiento sísmico, pendiente de acuerdo al ciclo más o menos cumplido en la historia geológica de la zona centro-norte costera, ponía toda la atención en el ahora tan injustamente olvidado Observatorio Cajigal.
Además, una revista caraqueña de tradición, adquirida pocos años atrás por el incontrolable Miguel Angel Capriles, estremeció a la opinión pública con su portada de la mole del Centro Simón Bolívar en pleno descalabro sísmico. Y, al terremotear en la ciudad el 29 de julio de 1967, Élite nuevamente rompió cualquier récord de venta con una edición extraordinaria de un crudo y extenso reportaje de la anunciada tragedia.
De modo que no se trataba de una victoria guerrillera y, salvo el politburó del PCV que pleiteó el resto del año con el barbazas de La Habana, como obviamente el gobierno que comenzaba a esbozar una política luego conocida como la pacificación, nadie sabía que la cosa estaba definitiva, política y militarmente derrotada. De modo que todo llevó a un sacudimiento trágico del sueño y su infernal ruido, por años recordados, completamente olvidados a 56 años de ocurrido ,en el curso de un inaudito socialismo que luce más feo y prolongado.