Alrededor de 22 horas sin parar, caminó Víctor Márquez junto a su hijo desde San Cristóbal hasta el Santuario Diócesano del municipio Jaúregui, con el fin de poner en manos del Santo Cristo de La Grita, la vida de sus seres queridos que recién ingresaron a la selva del Darién. Entre sus peticiones también está un cambio para Venezuela.
Luz Dary Depablos // Corresponsalía lapatilla.com
En medio de la oscuridad y de la espesa neblina del páramo, el cansancio hizo que el camino cada vez se hiciera más largo.
Sin embargo, Víctor logró su cometido y llegó a los pies del Santo Patrono del Táchira a poner en oración a su hermano, su cuñada, su sobrino y una niña de tan solo 3 años de edad, quienes en este momento cruzan la selva del Darién.
“Este sacrificio que estoy haciendo no es nada en comparación a lo que ellos (sus familiares en el Darién) han sufrido por allá en medio del monte, arriesgando la vida de todos”, dijo Duarte a equipo de lapatilla.com en horas de la madrugada de este domingo cuando comenzaba el ascenso al Páramo del Zumbador.
Víctor es el reflejo de miles de venezolanos que tienen a sus seres queridos regados por el mundo, pues también tiene familiares en Chile, Perú, México y Estados Unidos.
“Todos han migrado por la misma situación (crisis económica de Venezuela). Aquí éramos felices todos, pero bueno, pero llegó esta situación y aquí estamos sobreviviendo”.
“Se me ha venido por la cabeza, migrar, pero tengo una familia aquí, también se me hace duro vivir acá, pero tampoco se me hace fácil migrar, se necesita plata, coraje y mucha fuerza de voluntad”, acotó Víctor.
Su hijo Víctor, de 19 años, quien lo acompañó en la peregrinación, también se siente entre la espada y la pared, con el sueño de migrar a España para asegurar un mejor futuro, pero también con las ganas de no separarse de sus padres, una situación compleja que deben enfrentar los jovenes actualmente en Venezuela.
Gracias al Santo Cristo
Franklin Rodríguez, compañero de Víctor, casi arrastrando sus piernas y haciendo algunos atajos por ser primera vez en hacer esta larga peregrinación, logró darle las gracias al Cristo sereno por haberse cumplido el sueño de su hijo, de 25 años, quien la semana pasada ingresó con su esposa y su niña de 3 años a los Estados Unidos.
Fueron semanas de mucha oración para la familia de Rodríguez. “No fue fácil, las policías de Guatemala y de México los trataron mal, en Panamá y en Colombia sí los trataron bien. Dios los acompañó en todo el recorrido y los bendijo en todo momento”.
Aunque ahora dos de sus hijos están en Lima, Perú, y el otro recientemente en Estados Unidos, siente alegría de saber que en la distancia están bien, con mejor calidad de vida, pero con la nostalgia de no tenerlos cerca.
Esperan que el Santo Patrono del Táchira escuche las súplicas de la gran mayoría de sus fieles, quienes le pidieron un cambio para Venezuela, que permita el reencuentro familiar con el regreso de todos los que se han ido por la crisis humanitaria compleja, que cada día sigue afectando a los venezolanos.