De poco o nada, que podamos percibir desde esta tierra donde un chofer de autobús quiere ser rey o lo más parecido, un montón de políticos quiere ser lo que se pueda y una ingeniero quiere ser Presidente.
De algo sirvió allá por 1975, tras la muerte de Franco, para que los españoles supieran que lo que quedaba atado y bien atado era una democracia consoladora para borrar en lo posible las canalladas de la guerra civil que los socialistas, y algunos militares que como en otros países creen que puede hacerlo mejor, habían llevado a cabo. Una democracia un tanto boba que perdonó –más bien trato de borrar de la historia- los asesinatos comunistas y a Santiago Carrillo como asesino mayor.
Los españoles tuvieron entonces a un rey borbón lameculos de Franco, al cual lucieron como si fuese uno de esos reyes británicos y extenso protocolo, pero al menos con una comunidad mundial de todo tipo de países donde viajar.
Un rey algo tonto pero simpaticón cuya mayor hazaña fue haber callado a Chávez para que dejara hablar a José Luis Rodríguez Zapatero que estaba mejor formado que Chávez pero mandaba menos, con el mérito adicional de empeorar al Partido Socialista Obrero Español, actor de la guerra cuyo único resultado fue una cuarentena de años bajo mando militar.
Juan Carlos I se dejó colar porque a los españoles les pareció bien llenar unas cuantas páginas de Hola! y años después no supo qué hacer cuando los grandes generales Milans del Bosh y Armada y un tosco teniente coronel de la Guardia Civil creyeron que actuaban en su nombre mientras el Rey nada decía, y después que fueron derrotados por soledad el mismo Rey dijo muy sentado que él de eso nada, que lo de él era la Constitución y él como Rey. Ya en eso lo habían precedido sus ancestros Borbón rendidos ante Napoleón.
Tuvo este Juan Carlos que ni siquiera sabia hablar un hijo también educado para gozar de los privilegios de ser rey en una democracia, más alto y, aparentemente, menos necio que él, Felipe numerado sexto.
Que por lo visto también sabe escabullirse y que los españoles se las arreglen como puedan entre el descaro de Pedro Sánchez y la incompetencia de Feijóo, el gallego de política mediocre que le tocó en suerte al Partido Popular.
Felipe VI, alto él, tuvo la suerte de casarse con una periodista y eso lo mejora un poco, pero para que España mejore habrá que esperar que les toque y se encuentrem Isabel Díaz Ayuso Y Santiago Abascal.
Si llega hasta allá a pesar de independentistas, terroristas vascos, los compromisos del orgullo de Sánchez, el no se upe hacer de Feijóo y el costo de la vida de los españoles que cada día se casan más tarde y tienen menos hijos.
En cuanto al rey, ya se verá.