El libro de Milagro Socorro, Alfonso “Chico” Carrasquel “Con la V en el Pecho”, es una biografía fascinante que todo venezolano debe leer. Es entender la maravilla de nuestro linaje, la nobleza de nuestro pueblo y la bondad de nuestra cultura. Desde esa perspectiva cualquiera de nuestros peloteros llegarían al salón de la fama…He visto algunas declaraciones desenfadadas del periodista deportivo venezolano Juan Vené, donde lanzó algunos petardos un poco descontrolados e injustos. Calmemos los ánimos. El béisbol lo merece…
Elegí traer “al campo” a Carrasquel por ser el jugador predilecto de papá…Pero es que José Rafel Machado [Juan Vené], también era su preferido. Papá contaba que se apodó así en honor a Juan Bimba, la mascota del Acción Democrática [AD], siendo Vené el diminutivo de Venezuela. Imposible que un Adeco aficionado a los Leones del Caracas, además vecino de la infancia del Chico Carrasquel [mi padre], no ligara con Vené, nuestro escribano tope en las Grandes Ligas.
Como ambos son expresiones de una Venezuela pujante y destacada, los tomo como referencia de tenacidad y talento, pero también de cierta intemperancia indómita, que me arriesgo a lanzar al plato…” para jugar a ser buenos”.
Y me botaron del equipo…
Mari Montes nos dice en su prólogo: “Debe ser porque los números no son mis preferidos, que este libro de Milagros Socorro me parece uno de los mejores del béisbol que se han escrito. “No son sólo estadísticas […] no son letras y números incapaces de conmover […] un libro de cuentos de un venezolano que trascendió nuestras fronteras y fue tan bueno como los mejores”. En su barrio de Sarría, de San José, en su Venezuela, está la génesis de la grandeza y la humildad del fantasma de la calle 35 [donde estaba ubicado Guaranteed Rate Field, estadio de los Medias Blancas al Sur de Chicago].
Mi padre tenía a Carrasquel como un héroe…Me contaba que, siendo niño, jugando pelotica de goma en la cuadra de su parroquia natal San José [los “catires Viera” sumaban 12 hermanos de los cuales 8 siendo varones casi hacían el equipo], ante un batazo que se elevó y perdía en la pendiente, de pronto es atajado por un ángel como caído del cielo…Mi padre nunca olvidó la enormidad de aquel hombre. “Voló como un halcón con alas inmensas…”. Aquella ave rapaz era Alfonso Carrasquel…Con una sonrisa a flor de labios vino corriendo a devolverle la pelotica de caucho, y el joven [17], les comentó: “Tuvieron suerte. Esa bajada es peligrosa. Vayan a jugar al terreno, ¡que no les voy a durar toda la vida!” […] Mi padre era un niño de 10 años. La admiración e imagen de “aquel Ángel” la llevó siempre en el Hall de su corazón y su memoria…
Las vivencias de la niñez no las sustituye nada en la adultez…Ser benefactor de una hazaña del otrora paracorto de Cervecería Caracas, Medias Blancas, Dodgers de Brooklyn, Cleveland y Kansas City, además mánager ganador de la serie del Caribe [1982] con los Leones, no resiste cuestionamientos. ¿Quién le quita a mi generación adoración y lealtad eterna por el Rey David de la Red Machine? ¿Quién despoja su fervor por Omar Vizquel o Miguel Cabrera?
Comenta Carrasquel que desde que vio llegar a los peloteros venezolanos que ganaron el campeonato Amateur de béisbol en Cuba [1941], se prometió llegara las grandes ligas…Hizo la selección nacional para el campeonato mundial de Amateur. Estaba muy orgulloso de vestir el uniforme con la V en el pecho. Pero resentía no jugar regularmente. Le pedía a su mamá y a sus amigos que pusieran la radio [amén que encenderlo suponía soportar fuertes corrientazos] para escuchar su participación. Pero no lo ponían a jugar. Y se frustraba…
De ganapán a Cervecería Caracas…
Carrasquel se sintió tan avergonzado y triste por aquel episodio. Decidió dejar el béisbol. Un año más tarde-cosas del destino-ayudando a su padre como ganapán de camionero, [su padre] le dice: “hijo tienes que volver a la pelota […] “El señor Jesús Corado-que sabes me ayudó a comprar este camión- como dueño de Cervecerías Caracas, me pidió que interceda contigo. Te ofreció suplantar al S.S regular de Cervecería y tú le dijiste que no. Pues seamos agradecidos y regrese donde el señor Jesús para que acepte su ofrecimiento”. Accedió. En su debut en la pelota rentada venezolana con Cervecería Caracas, Carrasquel la sacó la bola del parque a Jefferson. Ganaron el juego a Venezuela 2-0 con otra carrera de Guillermo Vento.
Cuenta Alfonso que antes de cada partido caminaba de la Candelaria al estadio de San Agustín. Se iba de madrugada a coger unos rollings, entonar el brazo, y dar unos batazos. Lo ayudaban los encargados de barrer y limpiar el estadio [Comenunca Trías, Capuyito y Carrasquel]. El acuerdo era que después de entrenar, Carrasquel ayudaría a barrer el estadio…
Tres años más tarde Alfonso “Chico” Carrasquel llegaba a las grandes ligas como short-stop [S.S.] de los Dodgers Brooklyn y de inmediato, de Medias Blancas de Chicago. Fue el tercer venezolano en la Gran Carpa. El primero fue su tío Alejandro “Patón” Carrasquel y el segundo “Chucho” Ramos…
Cada día le daba un regalo a mamá…
Carrasquel era hijo de Doña María Lourdes Carrasquel Aparicio y Cristóbal Colón. Nunca se casaron, pero fue el único hombre de su vida. Una mujer hermosa, alta, cabellera larga, de linaje canario. Una familia de 10 hermanos, 7 niñas y 3 varones. Carrasquel amaba a su mamá. Desde niño cada día le traía un regalo, un caramelo, una flor…Ella cocinaba y hacía arepas para repartir. Carrasquel las despachaba…Pero desde niño tenía la pelota en la cabeza mientras su madre le decía que lo primero era estudiar. Su tío Alejandro Carrasquel fue su gran ejemplo e influencia. Varias veces se lo llevó al campo para lanzarle pelotas arrimadas a la cara y el cuerpo para que le perdiera el miedo a los pitchers. El Patón Carrasquel era un hombre violento y competitivo. Famosa es la historia de aquel encuentro donde pichó 17 innings por negarse a que lo sacaran. Terminó ganando…
Carrasquel llega entonces a las Grandes Ligas no sólo por su grandeza como pelotero sino también como hijo. En su hogar aprendió el valor del trabajo y la constancia. Su madre cuando no tenía cómo preparar el pollo que le gustaba, los complacía con unas buenas caraotas…Cuenta como con su primer carro [pontiac] la sacó a pasear. Tenía un botón de radio en el piso del conductor. Y le decía a su mamá: “Que quieres que te ponga en la radio, ¿la novela?. Y ella decía: si bueno… El se frotaba los oídos [al tiempo de pulsar el botón] y ponía la novela…” y ahora mamá, ¿qué te pongo, música?” … Si, respondía, “lo que quieras Alfonso”. Entonces se estrujaba la nariz, y aparecía la música. “¿Cómo haces eso muchacho?” gritaba sorprendida Doña María Lourdes. Es magia mamá…
Chico quería llegar a las grandes ligas para sacar a su mamá y a sus hermanos de la pobreza…De niño se escapaba de clases para ir al Club de Tenis de Maripérez para recoger las pelotas que se iban de la cancha. Por cada pelota recuperada, le pagaban hasta un real. Uno de aquellos tenistas era Musiú Lacavalerie…A [Alfonso] le sorprendía el cariño con el que Musiú salía a conversar con ellos. “Quién era yo para que este señor me dirija la palabra…”
Su mamá murió relativamente joven. Siempre dijo que se le había ido el amor de su vida. Pero ese amor de madre combinado de un ambiente digno y de mucho carácter, le enseñó a ganarse la vida y jugar el mejor béisbol, hasta poner la V en el pecho y un número en las Grandes Ligas…Por cierto qué clase números sembró Carrasquel: Seguidilla de juegos conectando hits para un SS con 26 [necesitaron 59 años para romperlo], número de asistencias sin error [297] y doble plays con 113. Nueve Años en las grandes ligas al lado de estrellas como Nellie Fox, George Kell, Ted Williams y Yogi Berra [En la Nacional] o inmortales de la talla de Richie Ashburn, Stan Musial, Jackie Robinson, Roy Campanellay Robin Roberts de la liga Americana…
Un pequeño de Sarría, que creció en San José, jugaba caimaneras en San Bernardino, y llegó a la calle 35 de Chicago, por 5,000 US$ al año y la ilusión de comprarle la casa a Doña María de Lourdes…Así lo hizo.
Juan Vene, ¡Si señor!
Juan Vené [José Rafael Pacheco] ha dado su opinión sobre los méritos o carencias de Vizquel o Cabrera para ser elevados a Cooperstown. En lo personal no albergo duda sobre los méritos de ambos. También hablo como pelotero y fanático del béisbol. Pero reconozco que Juan Vené tiene que mantener una visión objetiva y hacer un juicio integral conforme lo exige el protocolo. El problema ha sido que la forma desenfadada como ha irrumpido en la opinión pública para expresar su desacuerdo…Ha debido conservar algo de Juan Bimba en su corazón. Nada lo impide…
Lo más cercano a la venezolanidad está bien representada tanto en la vida de Alfonso “Chico” Carrasquel como en la larga trayectoria de Juan Vené. Talento, constancia, trabajo, tenacidad y nobleza, de pronto interrumpida por una innecesaria intemperancia. Carrasquel aprendió en su momento que no es buena… Izando velas hizo su sueño realidad. Vené ha dejado correr un disgusto. Todos tenemos malos ratos… ¡No somos caballos!, por lo que es de sabios y veteranos, recoger esos excesos, más si está por medio el beisbol.
Yo crecí con “Lo mejor de la semana” de Juan Vené; con su famosa frase “el béisbol vuelve a unirnos”. Qué manera de transmitir lo sabroso del beisbol…¡Si señor! Juan Vené la verá, la próxima semana…tan, tan. tan tan…
La primera vez que entré a un estadio de Grandes Ligas [Mets de NY] lo hice gracias a una invitación de Andrés de Armas y unos boletos que nos obsequió Juan Vené…No puedo reservarle un milímetro de acritud a este decano del béisbol, admirado por papá y por la mayoría de los venezolanos…
Pero si le pido como amante de nuestro deporte nacional, que considere la grandeza de tantos hombres que han elevado el nombre de Venezuela gracias al béisbol y seamos menos efusivos en ver las costuras rotas de la pelota…
Al final de la vida estimado Juan, querido Pacheco, como aquel halcón de largas alas, lo grandioso es pegar el salto y atajar la pelota, devolviéndole con cariño a todos los venezolanos, la ilusión de exaltar la grandeza de nuestros peloteros…
Nadie nos dura toda la vida…pero los recuerdos de esos gigantes, sí. Honrémoslos si lo merecen, sin aspavientos, sin acritud…Pongamos el recuerdo en el salón de la fama…de nuestros corazones.
“Juguemos a ser buenos”. La historia no lo juzgará…Nuestro béisbol, nuestra gente lo merece, con la V en el pecho…
@ovierablanco