El conflicto en Ucrania permitió al imprevisible jefe del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, imponerse como una figura de primer plano en Rusia, pero su llamamiento el 24 de junio a rebelarse contra el ministerio de Defensa le enemistó con las autoridades rusas y el presidnete Vladimir Putin lo llamó “traidor”.
El nombre de Prigozhin figura en la lista de pasajeros de un avión que se estrelló el miércoles en la región de Tver, cerca de Moscú.
Las diez personas a bordo del aparato murieron, según el servicio de aeronáutica Rosaviatsia, aunque se desconoce si Prigozhin se encuentra entre las víctimas.
El volcánico multimillonario, de 62 años, con la cabeza rapada y rasgos duros, se rebeló el 24 de junio contra el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, tras acusarlo de haber ordenado el bombardeo de bases de Wagner en la retaguardia del frente de Ucrania.
Prometió asimismo “frenar” al comando militar de Moscú, recordó que tenía a su disposición a “25.000” combatientes y llamó a los rusos a unirse a sus fuerzas para “acabar con el desorden”.
Putin lo llamó “traidor” y advirtió del riesgo de una “guerra civil”.
Los hombres de Waqner habían conseguido apoderarse de cuarteles en el sudoeste de Rusia y emprendieron una marcha hacia Moscú, pero Prigozhin puso fin al motín ese mismo día.
Primero aclaró que su intención no era dar “un golpe de Estado”, sino liderar una “marcha por la justicia” y luego llegó a un acuerdo que le permitía partir a Bielorrusia y a sus hombres incorporarse al ejército regular.
Desde entonces, el líder de Wagner volvió varias veces a Rusia e incluso fue recibido el 29 de junio por Putin en el Kremlin.
El lunes por la noche, apareció en un video difundido por grupos cercanos a Wagner en que decía estar en África, “haciendo a Rusia aún más grande en todos los continentes y a África aún más libre”,
Posando en la línea de frente
El conflicto en Ucrania supuso un punto de inflexión en la trayectoria de este ambicioso empresario.
En mayo de este año, logró su consagración al reivindicar la conquista de la ciudad ucraniana de Bajmut (este), una de las pocas victorias en 2023 de las fuerzas rusas, tras meses de encarnizados combates.
Pero durante la batalla de Bajmut se acentuaron las tensiones con el Estado Mayor ruso. Prigozhin acusaba a los militares de escatimarle municiones y publicó videos con injurias contra los comandantes rusos.
Una actitud inimaginable para cualquier otro individuo en Rusia, donde impera una severa represión.
Durante años, Prigozhin hizo el trabajo en las sombras para el Kremlin enviando mercenarios de su grupo privado, Wagner, a escenarios de conflicto en Oriente Medio y África, aunque siempre negó cualquier implicación en ellos.
La estrategia cambió con el inicio del conflicto de Ucrania, en febrero de 2022.
Su irrupción pública se produjo en septiembre de ese año, cuando el ejército ruso sufría serios y humillantes reveses.
Prigozhin se presentó por primera vez como el fundador de Wagner, que desde 2014 combatió en Ucrania, Siria y en países africanos.
En octubre, instaló sus oficinas en un edificio de vidrio de gran lujo de San Petersburgo y empezó a reclutar a miles de hombres en las cárceles rusas.
La oferta hecha a los convictos fue luchar a cambio de ser amnistiados. Con una advertencia: los desertores y aquellos que se dejaran capturar serían ejecutados.
Cuando circuló un video de un supuesto desertor de Wagner ejecutado con un mazo, Prigozhin no dudó en elogiar el crimen y calificar de “perro” al hombre asesinado.
“No beban mucho, no se droguen, no violen a nadie”, dijo también a un grupo de prisioneros que habían combatido seis meses y recuperado la libertad.
A diferencia de los generales rusos, criticados por no asistir en persona a las batallas, Prigozhin ganó prestigio posando junto a sus mercenarios, supuestamente en la línea del frente.
A inicios de año, publicó un mensaje desde el cockpit de un caza SU-24 y retó al presidente ucraniano Volodimir Zelenski a un duelo aéreo.
“Si quieres, nos vemos en el aire. Si ganas, te llevas (Bajmut)”.
El propio Prigozhin estuvo encarcelado en Rusia casi una década al final de la era soviética y luego fue vendedor de perritos calientes en San Petersburgo, antes de ir ascendiendo hasta codearse con las altas esferas como empresario hostelero. AFP