La perspectiva de que las exportaciones de petróleo kurdas regresen al mercado, los rumores de que EE.UU. se está haciendo la vista gorda con las sanciones al crudo iraní, y el sorprendente acercamiento de EE.UU. a Venezuela, se han sumado a la aparente debilidad de la economía china para presionar los precios del petróleo a la baja. Adicionalmente, la información que emergía desde el simposio anual de economistas globales, en Jackson Hole, Wyoming, tampoco le dio mucha base de sustentación al mercado petrolero. Sin embargo, la caída de los inventarios de destilados en Europa, y una importante caída en los inventarios de crudo en EE.UU., lograron desacelerar parcialmente el retroceso de los precios. La conjunción de todos estos elementos alimentó la volatilidad del mercado petrolero y el desconcierto de sus actores.
Por La Gran Aldea
La crisis inmobiliaria en China parece alcanzar niveles que afectan al resto de su economía, y ponen en jaque la política económica que instrumenta el presidente Xi Jinping y el Partido Comunista de China, que incluye intervencionismo estatal en materias empresariales. El resultado de esas intervenciones ha sido insatisfactorio hasta ahora, en no menor medida debido a la caída de la demanda interna y el extremo desempleo juvenil. La guerra económica que libran China y los EE.UU., con acciones y reacciones proteccionistas, también restan a lo que es una tasa de crecimiento menor a lo esperado. La “alianza” con Rusia solo trajo beneficios relacionados con los precios petroleros, a costa de una pérdida reputacional, tan importante para Xi Jinping. La situación parece suficientemente seria como para que Xi pueda considerar reconstruir las relaciones con el presidente Biden, lo cual podría ser de mutuo interés, aunque este lo haya llamado “Dictador”.
Desde el simposio de Jackson Hole, el presidente del Sistema de la Reserva Federal (FED), Jerome Powell, dijo que los responsables de las políticas de la FED procederían con cautela mientras “decidían si ajustar las tasas aún más”. Powell ha dejado claro que la inflación es aún “demasiado alta” y que no le temblará el pulso a la hora de subir las tasas si lo considera necesario. Los malos datos económicos de esta semana de Alemania y Francia también han puesto la atención en la UE, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, evitó dar indicaciones de potenciales aumentos, pero enfatizó sobre que el objetivo era llevar la inflación a 2%. Todo sumado parecería presagiar una desaceleración de la demanda petrolera.
En el lado del suministro, de manera inesperada, pero no sorprendente, los EE.UU. parecen moverse en la dirección de otorgar un permiso tácito a Irán pare exportar crudo sin amenazas de las sanciones. Esta política de “laissez passer” ha permitido a la República Islámica, según TankerTrackers, exportar cerca de 3,0 MMbpd, el nivel más alto desde la imposición de las sanciones, mayormente vendidos a China con fuertes descuentos.
Si además le añadimos las negociaciones que EE.UU. insiste en adelantar con Venezuela para incrementar su producción, y las cada vez mayores trabas que la administración Biden está imponiéndole a industria petrolera norteamericana, es factible postular que todas estas medidas están organizadas con vistas a las elecciones presidenciales de 2024. El objetivo de la estrategia podría ser el de presentar una política “verde” para satisfacer el ala progresista del Partido Demócrata, y al mismo tiempo incentivar la producción foránea de crudo para mantener los precios petroleros a niveles que coadyuven en el control de la inflación norteamericana, y mantener los precios de la gasolina a niveles aceptables. Es una manera de pensar un tanto simplista, pero bien podría ser una estrategia que puede remolcarlos de los niveles tan bajos de aprobación que muestra el Presidente en la actualidad.
Esta estrategia tiene sus bemoles en las relaciones exteriores, al ir en contra de las políticas e intereses de Arabia Saudita, y en particular contra el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, quien tampoco es que sea un entusiasta de Biden. Irónicamente, mientras EE.UU. negocia con Irán, también ha venido reforzando su presencia militar alrededor del Golfo Pérsico, particularmente en el estrecho de Ormuz, para disuadir que tanqueros sean secuestrados por las milicias iraníes. La situación se mueve en un territorio minado.
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