La Dana dejó un rastro de destrucción y desesperación en España: “La gente gritaba que se iba a ahogar”

La Dana dejó un rastro de destrucción y desesperación en España: “La gente gritaba que se iba a ahogar”

Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ

 

Mientras en el resto de España se reponen de la dana, en Buenache de Alarcón se refugian de la lluvia. A las nueve de la noche del lunes, el agua todavía castigaba este municipio de Cuenca y las autoridades avisaban de más precipitaciones. Fue aquí donde en la madrugada del domingo, Felisa Olmos, de 73 años, quedó atrapada entre el mobiliario de su habitación, mientras el agua llenaba la casa. “Me acuerdo de que estaba colgada en una cortina y encima de un armario. De repente me mareé y me desmayé”, recuerda al día siguiente al caer la noche. Cuando recobró la consciencia, estaba en un hospital de Cuenca. No recuerda nada más, pero un vídeo de la Guardia Civil muestra el rescate de la mujer. Una vez superado el susto, Olmos teme quedarse en la calle: “Lo único que quiero es que me arreglen mi casa”, reclama.

Por: El País





Otros municipios de Castilla-La Mancha también amanecieron con el agua al cuello. De momento, tres personas han perdido la vida por las fuertes lluvias en la comunidad, tres más están desaparecidas y miles de vecinos lo han perdido todo. El Gobierno regional ha pedido al Ejecutivo central la declaración de zona catastrófica por las consecuencias de la emergencia, mientras los vecinos sacan el barro como pueden o buscan dónde pasar la noche.

En el número 8 de la calle Arenal en el municipio toledano de Casarrubios, el arroyo que discurre frente al edificio rebosó el canal y comenzó a colarse en las plantas bajas y a empujar los coches contra la fachada. Un joven de 20 años que se había mudado recientemente con su madre murió al quedar atrapado en el elevador. El relato construido a partir del testimonio de los vecinos apunta a que el hombre bajó a la segunda planta del garaje a revisar su coche y evaluar si podía conducirlo hasta la calle para evitar que quedara sumergido. Cuando volvió a entrar en el elevador, se cortó el fluido eléctrico y quedo atrapado, mientras el agua entraba a raudales. Manuel de la Vera, de 28 años, vecino del edificio, relata: “Lo escuchábamos dentro, pidiendo ayuda, pero el agua estaba muy arriba y era imposible acceder a él”. Otro vecino calcula que “al menos dos horas estuvo el chaval encerrado”.

La tragedia pudo cobrar más vidas de no ser por la solidaridad de la comunidad. De la Vera, que vive en la segunda planta, recuerda que a la una de la madrugada comenzaron a sacar a los residentes de los bajos a través de los tragaluces internos: “Tuvimos que usar mantas para poder sacar a los cuatro vecinos”. Con manos aún temblorosas, la ropa embarrada y los ojos desorbitados recuerda a la gente atrapada, “gritando que se iban a ahogar, que se iban a morir”, relata.

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