La historia de Fernando Botero Angulo está marcada por la anécdota de cómo un joven pintor de provincia llegó con su arte a las más importantes galerías y museos del planeta. Sus obras son hoy parte de la idiosincrasia de los colombianos, que reconocen sus trazos con solo una simple mirada a uno de sus cuadros o esculturas.
Por infobae.com
El 19 de abril de 1932, su amada Medellín lo vio nacer en el nido un comerciante y una costurera, en un hogar tradicional y marcado por las costumbres de la región antioqueña. Estudio en un colegio jesuita y empezó a desarrollar sus habilidades artísticas en a los 16 años, pues fue tan solo en 1948 cuando realizó sus primeras publicaciones en uno de los más importantes diarios del país.
Aunque se pensaba que su carrera iba a alargarse en Medellín, en 1951 decidió emprender su rumbo hacia Bogotá, ciudad que al ser el centro del país permite que millones de personas catapulten su trabajo, y las ilustraciones de Botero no serían la excepción, pues tan pronto arribó a la fría capital, realizó una primera exposición; en donde mostró acuarelas, oleos y diversas pinturas a base de agua.
Las obras de Botero en la galería Leo Matiz, tributo al importante fotógrafo que lleva el mismo nombre, permitieron que Fernando Botero sumara sumas de dinero considerables para la época, que en este caso le permitieron ahorrar y tomar una decisión que parecía radical para su vida y así mismo, para el comercio de sus presentaciones, pues decidió irse de Bogotá e instalarse en el apartado departamento de Sucre, aunque en un excepcional sector como Tolú.
Su regreso desde Tolú fue estratégico, pues el golfo de Morrosquillo le sirvió de inspiración para desarrollar la obra “Frente al Mar”, con la que obtuvo el segundo premio en el IX Salón Nacional de Artistas. Lo anterior le dio un gran impulso a su carrera, aunque tenía claro que debía expandir su conocimiento artístico para profundizar en otras técnicas y materias.
Las ansias de aprender lo llevaron a Europa, en donde estudio en Madrid, España y finalmente aterrizó en una casa del arte como lo es Florencia, Italia, aunque en muchas ocasiones aseguró que era autodidacta, gracias a la lectura y su misma experiencia en museos y galerías.
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