No, esta no es una columna sobre el equipo de los Miami Dolphins de 1972, invicto hasta conquistar el Super Bowl VII en una temporada perfecta de 17-0. El mejor equipo jamás visto es una frase del historiador Walter Isaacson para describir el increíble repertorio de patriotismo, brillantez, pasión, visión y rectitud de los Padres Fundadores.
Entre ellos encontramos a John Adams, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin, miembros del Comité de los Cinco que redactó la Declaración de Independencia; Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, autores de The Federalist Papers, que abogaron por la ratificación de la Constitución; y por supuesto, George Washington, comandante en jefe del Ejército Continental y presidente de la Convención Constitucional.
Washington, Adams, Jefferson y Madison ejercieron como presidentes, Jay fue nuestro primer presidente del Tribunal Supremo; Hamilton primer secretario del Tesoro y Franklin nuestro diplomático más experimentado. Sus contribuciones al constitucionalismo estadounidense son incalculables. Por ejemplo, cuando Washington, durante las ceremonias inaugurales de su sucesor John Adams, insistió en caminar detrás de él, para demostrar la pacífica transferencia del poder bajo la nueva Constitución.
El legado magistral de Washington fue no haberse perpetuado en el poder, como han hecho otros revolucionarios victoriosos. Washington, en una era de reyes, renunció voluntariamente al poder y cuando dejó la presidencia, estableció el principio de que el poder de la presidencia recae en el cargo y no en el ocupante.
Menos comprendidas son las ideas centrales del pensamiento político de los Fundadores. En su libro The Political Theory of the American Founding, Thomas G. West argumenta que la doctrina de los derechos naturales es medular en la teoría política de los Fundadores. De hecho, los Fundadores declararon la independencia, avalados por la teoría de los derechos naturales.
Resumidamente, los derechos naturales son aquellos que toda persona tiene a la vida, la libertad y la propiedad. Los derechos naturales no proceden del gobierno y este no puede negarlos.
Los derechos naturales son fundamentalmente diferentes a los derechos legales otorgados por el gobierno y que pueden ser quitados por el gobierno. Los derechos naturales se derivan de la naturaleza humana y son inalienables, como declararon los Fundadores. La libertad y la propiedad son derechos naturales porque son indispensables para una vida feliz. Por primera vez en la historia, los Fundadores crearon un gobierno organizado en torno a nuestros derechos naturales.
Los derechos y la libertad están relacionados, y los Fundadores percibieron que los gobiernos imponen restricciones a la libertad, y su propósito fue diseñar un gobierno capaz, pero limitado por los gobernados. A la vez, temían una participación popular excesiva en el gobierno, y por ello concibieron el Colegio Electoral para elegir al presidente y, en aquella época, la elección indirecta de senadores por las legislaturas estatales.
También fue esencial en la visión política de los Fundadores, las virtudes cívicas necesarias para una sociedad libre. Franklin dijo: “Sólo un pueblo virtuoso es capaz de vivir en libertad. A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta su necesidad de amos”. O, en palabras de Jefferson, “si una nación espera ser ignorante y libre… espera lo que nunca fue y nunca será”. O Madison, “…un gobierno debe ajustarse a una nación tanto como un abrigo al individuo”. En otras palabras, la libertad puede ser una aspiración básica de todos los seres humanos, pero la libertad política puede no ser igual para todas las sociedades.
Entonces, ¿para qué sirve el gobierno? ¿Qué debe hacer el gobierno? La respuesta de los Fundadores fue que el propósito fundamental del gobierno es asegurar y defender nuestros derechos naturales. Por lo tanto, cualquier gobierno construido en armonía con nuestros derechos naturales debe ser limitado y estar sujeto al consentimiento de los gobernados.
Lamentablemente, nuestra visión política contemporánea no está guiada por la filosofía política del “gobierno limitado” de los Fundadores. Hoy, sin reflexionar, otorgamos funciones casi ilimitadas al gobierno, poniendo en peligro nuestras libertades. Olvidamos que, la alternativa a un gobierno limitado a proteger nuestra vida, libertad y propiedad es uno que imparte muerte, represión y miseria.