“Decidida y artesana hasta los huesos”, así se define la venezolana Keiri Mujica. La construcción civil la preparó para convertir cada torta en una obra perfecta y comestible. Es conocida y elogiada por sus creaciones exclusivas en Estados Unidos. Su creatividad desbloqueó las barreras de una clásica presentación en un emblemático pastel con figuras que son imposibles dejar de mirar. Sin duda, es toda una maestra de dulces delicias que ahora conquista paladares en Florida.
Un trabajo inspirador que mezcló con grandes porciones de esfuerzo, un toque de compromiso y una pizca de pasión ilimitada que le permitieron establecer su propia marca bajo el sello de Keiri Craft. Tras numerosos intentos fallidos y la dedicación por aprender cada detalle de la repostería, entre colores, formas y sabores descubrió la receta del éxito. Actualmente, transmite conocimientos mediante talleres a emprendedoras, se alista para un importante lanzamiento en octubre y compartió a La Patilla su experiencia.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
El arte puede expresarse de diferentes maneras y para Keiri la pastelería viene en forma de divertidas piezas. Construir cada objetivo sin desviarse del camino es un desafío que asumió sin titubear. Creció entre Valencia y San Carlos, estado Cojedes. Estudió construcción civil y ejerció su carrera durante ocho años. Luego del nacimiento de su hijo y las horas libres que le dejó el periodo postnatal hizo un curso de porcelana fría que la adiestró para elaborar las sorprendentes figuras que hoy exhibe a sus seguidores.
“Terminé dando clases en toda Venezuela. Renuncié a mi profesión, a mi trabajo, que era como inspector de obras, para dedicarme a los muñequitos. Vendía muñequitos, los enviaba a Panamá, a Estados Unidos, entre otros”, contó sin dejar a un lado que este nuevo empleo le generaba mayores ingresos.
La dulce aventura
Hace siete años dispuso establecerse en suelo norteamericano y continuar con sus aprendizajes en masa flexible, que hasta el momento no era comestible. Su primera parada fue en Miami donde, según reveló, tocó muchas puertas para conseguir empleo. “Fui a todas las tiendas de repostería para que conocieran mi trabajo. En Venezuela les daba clases a pasteleras porque mis muñecos los colocaban e8n las tortas, entonces aquí traté de buscar lo mismo y dejé mis tarjetitas, mi número de teléfono”.
Aquel proceso resultó complejo, pues explicó que a pesar de que los muñecos a base de pegamento se secaban perfectamente, el hecho de ser elaborados con porcelana fría era un impedimento para colocarlos en los postres. “Un día me dijeron en una tienda: ‘Si trabajas en azúcar tienes ventas y clases con nosotros’”.
Después de tantos intentos en pastelerías, conoció a un colega que fue el impulso que necesitaba para derrochar el talento que la acompañaba desde su tierra natal. “Dio la cara por mí y le dijo a la dueña de la tienda: ‘Ponle fecha a esta chica para la clase porque mañana te vamos a traer la muestra’”. El asombro y temor invadieron a la criolla quien afirmó que nunca había empleado azúcar en sus creaciones.
“Él decía que me quedara tranquila, que entregaríamos la muestra. Compró todo lo que necesitaba y preguntó: ‘Mira mi niña, ¿con qué trabajas tú? y le respondí: ‘Con porcelana fría’, ‘bueno, ahora esta es tu masa’. Era una masa comestible que se llama pasta de goma”. Se esmeró por llevarse bien con la manteca vegetal, los colorantes en gel, puso manos a la obra y lo logró.
Sin embargo, este apenas era el inicio de un largo viaje en el mundo de los postres que ahora todos pueden disfrutar. La venezolana elaboraba los muñecos más increíbles, impartía clases de modelado a sus alumnas, pero había un gran inconveniente: No sabía hacer tortas.
“En Florida hacen un evento que se llama SoFlo Cake and Candy Expo, es uno de los más importantes que reúne artistas en el mundo de la pastelería. Vienen de todas partes del mundo y puede reunir a 14.000 personas cada año. Mi amigo me dijo: ‘Preséntate en el casting. El evento es digital, envías el proyecto que quieres enseñar’. Presenté dos y me aprobaron uno. Desde ahí pensé: ‘Yo aquí no paro’. Me aprobaron como instructor, eso fue creo que en el 2017 y no había pasado de hacer muñecos hechos de azúcar. Cuando me presenté en ese evento afirmé: ‘Esto es lo que vine a hacer en este país y de aquí no me saca nadie”‘.
Un nuevo comienzo
Mujica se dedicaba por completo a dar clases en Miami y Orlando. Recordó que le iba muy bien en “la ciudad mágica” por el alto poder adquisitivo. “Pero a nosotros no nos gustaba la vida de Miami debido a que éramos de San Carlos, en Cojedes, veníamos del llano, y quería algo más tranquilo para mi familia (…) cuando vinimos a Orlando dije: ‘Aquí es donde quiero vivir con mi esposo y nuestros hijos’, y me mudé a Orlando en junio del 2018”.
Aunque lo que parecía un sueño hecho realidad, se convirtió en una serie de frustraciones para Keiri. “Mi trabajo mermó. Mis clientes estaban en Miami, no podía cortar ese cordón umbilical que tenía con Miami”. Las circunstancias la obligaron a reinventarse con otras actividades como decoración para fiestas, tenía un pequeño rental party y alquilaba el set para celebraciones de eventos. Cuando llegó la pandemia, todo empeoró y perdió mucho dinero.
“Estábamos como en una encrucijada, porque una de las decisiones que nos hizo venirnos de Miami era porque el costo de vida en Miami es muy elevado comparado con Orlando (…) era como un sube y baja porque logramos nuestra casa, pero yo estaba sin trabajo, decía: ‘Ajá, y ahora, ¿cómo pagamos?, si antes me iba tan bien y tenía ahorros en Miami y ahora aquí no tengo dinero’”.
La artista aseguró que ya contaba con una serie de seguidores en Instagram gracias al trabajo que desarrollaba previamente con los muñecos y le escribían para solicitar pedidos de tortas. “Me tocaba responderles: ‘No hago tortas, pero puedo hacer los muñecos y te voy a recomendar a fulanita’. Conversando con mi esposo, dije: ‘Félix, a mí me piden puras tortas y no las hago’. No me gusta mucho la cocina y entonces mi esposo señaló: ‘Si a usted le están pidiendo tortas, va a tener que aprender a hacerlas. Y yo: ‘No, no, imagínate eso, estar horneando, esa fregadera’, así que dejé pasar un par de semanas”.
Deprimida y consternada, se cuestionaba por la situación que atravesaba. En su mente resonaba su preparación, los eventos donde participó en Panamá, México y Miami. “Era duro para mí”, confesó.
Volver a “empezar de cero” fue la oportunidad para salir de su zona de confort, desafiar sus conocimientos y explorar el camino indicado que la aproximaría al éxito. “Lo intenté y comencé a hacer recetas de YouTube, algunas amigas me enviaban recetas y yo practicaba. Intenté 13 recetas diferentes para lograr un buen ponqué de vainilla. La torta número 13 no se hundió, quedó perfecta, suave, como yo quisiera comerme una torta, y pensé: ‘Esta es la receta’”.
La receta del éxito
Las tortas cobraban vida con las piezas que Keiri vendía a las reposteras para presentarlas en los eventos de Miami y sin los muñecos, el bizcocho era como un lienzo en blanco. A pesar de ello, muchos de los clientes desconocían su sello artístico. Por esta razón, necesitaba una estrategia para darse a conocer con la experiencia en creación de postres y justo así sucedió.
Tan solo bastó una oportunidad para capturar la atención, posicionar su nombre en redes sociales y darle otro rumbo a su carrera. “Mi primera torta oficial, que salió en las redes era de tres pisos, de Barbie, y fue con unas personas que tenían muchísimos seguidores, no sé, 200 mil, muy conocidas en el mundo de la fiesta. Me presenté con mi torta por primera vez y ese día entraron más de 700 personas a mi Instagram”, y desde aquel instante todo cambió, su trabajo no se detuvo y ahora puede producir incontables pasteles en tan solo una semana.
Keiri, cuya pasión se desborda constantemente con su dedicación, se destaca por el enfoque genuino que aporta en la elaboración de cada torta. “Cuando el cliente nos contrata envía una imagen de lo que quiere”, expresó.
“Entonces mis tortas siempre son, digamos que muy a mi gusto. Les digo: ‘Mira, no. Envíame la foto del evento o del diseño del evento’, y yo hago un boceto en base a eso que ellos me envían”. Esto significa que cada torta es única, recreada específicamente para el cliente, que la convierte en una obra maestra personalizada.
Agregó que se trata de “una torta que no está en internet, va a estar en internet porque es mi torta y la diseñé para ti. Creo que es parte de lo auténtico y lo genuino de la torta, o sea, es parte del éxito que tengo actualmente”.
Y sobre todo, la presentación juega un papel clave en el trabajo de Keiri. Su formación en construcción civil le ha inculcado una precisión y perfección que no lograría fácilmente. “Es algo que llevo en las venas. Es eso, que me quede perfecta, que quede derecha, que sea pulcra”, enfatizó. La atención meticulosa a los detalles se refleja en cada una de sus creaciones, lo que asegura que la torta se vea espectacular desde cualquier punto de vista.
Pero el talento de Keiri con sus manos también la distingue en el mundo de la repostería. “Muchos hacen tortas, muchos hacen cosas lindas, pero no todos tienen esa habilidad manual para hacer los muñequitos”, dijo orgullosamente. Sus adornos personalizados son un sello distintivo de sus pasteles y agregan un toque especial que sus clientes adoran.
Es por ello que la receptividad para las creaciones de esta joven venezolana ha sido extraordinaria. Ella compartió que su negocio ha experimentado un crecimiento impresionante, y ahora cuenta con un equipo que la respalda. “Tengo una asistente que me ayuda con los presupuestos, tengo quien me ayude con la parte del chocolate, un diseñador gráfico, o sea, hay un grupo detrás de todo lo que hago”.
Detrás de cada torta, un sueño
Además de servir a clientes locales, Keiri ha tenido el honor de trabajar con figuras destacadas como la ex Miss Universo, Stefanía Fernández, y la artista y conductora mexicana Jacqueline Bracamontes. Su dulce ingenio ha ganado reconocimiento a nivel internacional, a medida que consolida su nombre en el mundo de la repostería.
La base de esta repostera exitosa es la perseverancia, el ímpetu para superar las adversidades es uno de sus ingredientes más importantes y su enorme fe nunca le falta. Su experiencia como constructora de arte comestible trasciende y con pasos firmes espera continuar compartiendo a las grandes emprendedoras sus conocimientos.
Como migrante, entiende que Estados Unidos “es para la gente que camina por la calle del medio. Si cumples las leyes, las normas y haces las cosas como debe ser, hasta la persona más chiquitita con un dólar en el bolsillo puede salir adelante”. A su vez, no pudo ocultar que, en ocasiones, se le “arruga un poco el corazón” por el trabajo que no da tregua, los gastos y responsabilidades que conlleva estar al frente de un negocio.
En virtud de lo anterior, muchas veces se replantea: “¿Será que estamos haciendo lo correcto?”, pero el alcance positivo que ha logrado y el reconocimiento a sus auténticas creaciones son la respuesta de un talento indiscutible y un futuro emocionante. “Me proyecto siendo feliz. Voy a seguir haciendo lo que me gusta, pero como la palabra lo dice: ‘Si multiplicas tus dones, vas a tener mucho éxito’. Y eso es lo que quiero, multiplicar mis dones para hacerle el camino un poco más fácil a las personas”, afirmó.
Al preguntarle, qué es lo que más añora de su país, sin dudar un segundo, Keiri abordó esa cálida hospitalidad que llena de color cualquier día en los hogares producto del gentilicio que corre por nuestras venas.
“En Venezuela estás un día común en tu casa y alguien toca a tu puerta. Estás haciendo una diligencia y dices: ‘Hoy voy a pasar por la oficina de mi amiga fulanita, que tengo días que no la veo’, llegar a una casa cualquiera y que haya comida para ti, extraño demasiado el gentilicio“.
Pero en su voz quebrada también se percibe un compromiso sinigual. Keiri nos reveló su sueño de regresar al país con un legado de éxito. “Muy en el fondo de mi corazón sí quisiera estar en mi país (…) sueño con tener algo espectacular, pero en Venezuela”, admitió.
Con Valentina y Adrián como motivación, esta venezolana se esfuerza por brindarles un futuro brillante. Su hija ya disfruta de una beca universitaria al 100%, y su hijo, un talentoso jugador de béisbol, busca una beca a través del deporte.
En cada palabra de esta joven repostera, se puede observar la firme convicción de que los buenos venezolanos dejan huellas, no cicatrices. Su historia es un recordatorio de que la distancia y los desafíos no pueden apagar aquel corazón que retumba en quienes sueñan con una nación renovada. Keiri Mujica, con sus espectaculares tortas, nos demuestra que cualquier criollo puede trascender fronteras y que, aunque hoy ella esté en Florida, su sueño de envejecer en Venezuela sigue más vivo que nunca.