Francisco Javier C.V. está acusado de agredir sexualmente a varias amigas en viajes que realizaron entre 2016 y 2019
La incorporación de Francisco Javier C.V. en 2014 a la Diócesis de Málaga fue una esperanzadora noticia para la comunidad eclesiástica de la provincia. 24 años, de la tierra -nacido en Vélez-Málaga- y criado en la fe, ya que su madre fue monja clarisa durante más de 30 años. Era el rostro de la nueva generación de sacerdotes malagueños. Pasó por Córdoba, Melilla y regresó a Vélez-Málaga, donde casi una década después, a sus 33 años, fue detenido por agredir sexualmente a varias mujeres a las que sedaba y grababa.
Los agentes de la Unidad de Atención a Familia y Mujer (UFAM) de Melilla y Central de la Policía Nacional le siguieron de cerca la pista desde que el pasado mes de agosto su pareja, una feligresa, llevó a comisaría la copia de un disco duro que había descubierto con vídeos y fotografías de Francisco Javier agrediendo sexualmente a varias amigas suyas en estado de semiinconsciencia. Además de tener pareja, “una en cada destino”, a este sacerdote “le gustaba todo lo que no puede hacer un cura”, aseguran a Infobae España fuentes de la investigación.
Hasta ahora, la Policía Nacional ha identificado a cinco víctimas en Málaga, Madrid, Córdoba y Melilla, cuatro de ellas agredidas sexualmente por Francisco Javier. Los hechos se produjeron entre los años 2016 y 2019 durante varios viajes que el sacerdote realizaba con un grupo de amistades que había conocido en campamentos de colegios religiosos. Cuando regresaban de largas noches de fiesta, el cura aprovechaba para suministrar a sus amigas “una sustancia que no podremos determinar”, explican las fuentes, dado que “ha pasado demasiado tiempo”.
Cuando los investigadores contactaron con las mujeres que identificaron en los archivos del disco duro, su reacción fue “horrible”. “No sabían de lo que les estábamos hablando. Les enseñamos lo más light. Ellas no eran conscientes y Francisco Javier era su amigo. Fue una traición brutal”, relatan las fuentes consultadas.
Una vez recabadas las pruebas, la Policía Nacional se desplegó en la vivienda del sacerdote en Vélez-Málaga, donde fue detenido. Los agentes destacan que “estaba avergonzado” y “no colaboró en absolutamente nada”. Más allá de su arresto, el objetivo de los investigadores era intervenir todo el material informático que pudiera tener para analizarlo en busca de nuevos actos delictivos y víctimas. Se llevaron móviles, cámaras y otros dispositivos. Desde la UFAM revisan en estos momentos todo este material mientras esperan a la aparición de nuevas víctimas tras la difusión de la noticia.