“Mi nombre es Prichard Colón, tengo 20 años y soy boxeador profesional de Orocovis (Puerto Rico). Quiero ser campeón del mundo y seré campeón del mundo. He dedicado toda mi vida a este deporte y he sacrificado todo por el boxeo. Estoy seguro de que seré campeón mundial”, afirmaba el púgil en 2013, tras dar el salto al profesionalismo, y en la previa a su primer combate contra Xavier Lasalle, así lo reseñó INFOBAE.
El puertorriqueño, que venía de una exitosa carrera dentro del deporte amateur al consagrarse campeón en dos divisiones diferentes y obtener la medalla de oro en el Campeonato Panamericano Juvenil del 2009 (en la categoría 64 kilos), hacía su desembarco en las grandes ligas como una promesa y no defraudó: durante ese año luchó cinco veces, ganó en cada exhibición y cuatro las finalizó por nocaut.
En 2014 iba a seguir creciendo. Para septiembre su historial ascendía a12 victorias y ninguna derrota, pero en 2015 su vida y la de su familia dio un giro de 180 grados.
El 17 de octubre marcó un antes y un después. Tras vencer a Vivian Harris por nocaut en (Canadá), y aumentar su racha a 16-0, Prichard se presentó al mes siguiente en el EagleBank Arena de Fairfax (Virginia, Estados Unidos) para enfrentarse a Terrel Williams en la pelea coestelar de la velada por la división super mediano. El evento era uno de los más esperados de la noche, ya que ambos púgiles se iban a disputar el invicto.
Sin embargo, aquel día, el boricua no sólo perdió la pelea, sino también la capacidad de hablar y de volver a caminar por sus propios medios.
La campana marcó el inicio del primer round y con ella se pudieron ver las primeras polémicas de la noche, cuando el estadounidense comenzó a lanzar golpes ilegales para desestabilizar mentalmente al puertorriqueño. Aun así, los asaltos transcurrieron y para el quinto Prichard parecía llevar la ventaja.
Los “golpes de conejo” (en la parte posterior de la cabeza) por parte de Williams, que seguían sin ser penalizados, acabaron con la paciencia del Colón, quien le respondió con un golpe bajo por el que sí se detuvo el combate. Mientras el réferi John Cooper le informaba que iba a castigarlo con dos puntos menos, su rival, enojado, se llevó el guante al cuello con gestos de que iba a decapitarlo. Para el sexto, finalmente Williams iba a ser sancionado con un punto: “Si tú no dejas de dar golpes detrás de la cabeza y tú no paras con los golpes bajos, voy a descalificarlos”, afirmó Cooper.
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