“Más que nada me gustaría ser un anciano con buena cara, como Alfred Hitchcock o Pablo Picasso. Saben que la vida no es sólo un concurso de popularidad”, dijo al Saturday Evening Post, en sus años de juventud el alto, guapo y musculoso escocés Sean Connery. Se hizo mundialmente conocido como el actor original que interpretó a James Bond en la exitosa franquicia cinematográfica. Protagonizó siete películas de la saga entre 1962 y 1983. “Estará conmigo hasta que entre al cajón”, solía decir. Algunos creían que el papel que definió su carrera podría dejarlo encasillado en un personaje, pero demostró que estaban equivocados. Se convirtió en uno de los actores de cine más notables de su generación. En 1988 se llevó el Oscar como Mejor Actor de Reparto por su papel de un policía irlandés en Los Intocables (1987). Connery fue encuestado como “El escocés vivo más grande” y “El tesoro nacional vivo más grande de Escocia”. En 1989, la revista People lo proclamó “El hombre vivo más sexy” y en 1999, a los 69 años, fue elegido “El hombre más sexy del siglo”.
Por infobae.com
Murió el 31 de octubre de 2020, a los 90 años, mientras dormía en las Bahamas, rodeado de personas que lo amaban. El mundo lloró a una leyenda del cine pero, más allá de su carrera artística, hay un costado totalmente desconocido en la vida del escocés.
Pulir los ataúdes para vivir
Thomas Sean Connery nació el 25 de agosto de 1930 en Edimburgo, Escocia. “Me llamaba Sean mucho antes de ser actor, tuve un amigo irlandés cuando tenía 12 años llamado Seamus, que se pronuncia ‘Shay-mus’. Así que nos apodaron Seamus y Shawn y quedó”, contó el propio actor. A los 16 años, Sean Connery se alistó en la Marina Real Escocesa, pero su carrera militar no duró mucho. Fue dado de baja tres años después debido a úlceras estomacales, según The Scotsman. De sus años en la marina le quedaron marcas: dos pequeños tatuajes en su brazo derecho; uno dice “Escocia para siempre”, y el otro “Mamá y papá”. Luego, a los 19 años sin perspectivas reales, Connery aceptó diversos trabajos ocasionales para poder vivir, incluyendo tareas como albañil, repartidor de leche y modelo de desnudos en el Colegio de Arte de Edimburgo. Connery se lo contó a Jay Leno en la TV en 1999: “Solíamos ganar seis y ocho peniques por hora por estar parados y con 15 minutos de descanso”. Pero el trabajo más extraño que tuvo el actor fue en una funeraria en Haddington, Escocia, donde pulía ataúdes. El nieto del dueño de la funeraria compartió un recorte de periódico del actor hablando de su tiempo allí durante una ceremonia en el Usher Hall de Edimburgo, y comentaba que cuando no estaba puliendo ataúdes, los blanqueaba para que parecieran de roble. Durante la misma entrevista con Leno, Connery contó una historia muy divertida sobre el dueño de la funeraria, “Teníamos un tipo que solía ir a visitar a la gente que estaba muy, muy enferma. Solía medirlos visualmente, y luego venía a decirnos de qué tamaño sería la caja.”
Rechazar el papel de Gandalf
Sean Connery desafió las expectativas de edad durante décadas, convirtiéndose en toda una celebridad a los 31 años, una edad bastante tardía, al menos para los estándares de Hollywood. La trilogía de El Señor de los Anillos es una de las franquicias cinematográficas más exitosas de todos los tiempos. Esta saga recaudó casi 3.000 millones de dólares. La fantasía épica dirigida por Peter Jackson es y seguirá siendo amada por los fans. Ahora es difícil imaginar a alguien más que Ian McKellen como Gandalf, pero en realidad no fue la primera opción para interpretar al astuto mago. Según NME, a Sean Connery le ofrecieron 6 millones de dólares y un 15 por ciento de participación en la taquilla de cada película, pero rechazó el papel porque, “nunca entendió el guión”. Mantuvo esa postura incluso después de ver la primera película, afirmando, “Leí el libro. Leí el guión. Vi la película. Todavía no la entiendo. Ian McKellen, creo, es maravilloso en ella”. Según Celebrity Net Worth, Connery habría ganado, “el mayor pago que cualquier actor haya recibido jamás”, con 450 millones de dólares. De todos modos, se estima que Sean Connery tenía 350 millones de dólares en el momento de su muerte.
¿Estrella de fútbol?
El actor será recordado como una estrella de cine, pero su vida hubiera sido muy diferente si hubiera seguido su carrera futbolística. El actor jugó en forma profesional en el club Bonnyrigg Rose Athletic en los años 50. Según The Indian Express, Connery rechazó una oferta del Manchester United y decidió dedicarse a la actuación. Según el libro, Sean Connery: The Measure of a Man, el ex manager del Manchester United, Sir Matt Busby, vio a Connery jugando contra un equipo local mientras estaba de gira con un musical, y le ofreció un contrato de 25 libras, unos 32 dólares, por semana en el acto. Connery declinó, explicando su razonamiento a la revista escocesa Mud and Glory Magazine, “Realmente quería aceptar porque amaba el fútbol. Pero me di cuenta de que un futbolista de primera clase podía estar en la colina a los 30 años, y yo ya tenía 23?. Sin embargo, Connery nunca abandonó el amor por el fútbol. Asistía regularmente a los clásicos entre Celtic-Rangers en Escocia, e incluso narró la película oficial de la Copa del Mundo de 1982.
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