Pasamos las primarias y es un estímulo que sabemos calibrar, emocional y razonadamente, porque falta juego aún, así haya pasado de todo. Hay hartazgo de 25 años de vida azarosa a salto de mata. Se aclara que lo dominante no es ideología política, sino una internacional del crimen.
Ha calado hondamente el compromiso de María Corina Machado -coherente y consistente – del reencuentro de la familia venezolana, de volver a abrazarnos.
Se vislumbra que en la negociación deberían estar los militares, porque se trata de un régimen narcotraficante. Su único interés es quedarse en el poder. No es su prioridad la vida del ciudadano. Convirtió a Venezuela en un pocillo de loco y no en la tacita de oro que cacareó.
Hay que estar vigilantes de su aviesa conducta de seguir infiltrando la oposición.
En política los tiempos son importantes y el régimen reacciona a destiempo con el Esequibo, maneja burdamente el tema atado a un nacionalismo que desvirtuó desde el principio, usándolo como ideología de reemplazo.
Estamos en otra etapa distinta del juego, la conciencia ciudadana asume que se nos ha quitado de todo y ya no nos pueden quitar más. Por esto la aspiración se centra en la dignidad.
Desde la movilización de la primaria se viene acumulando fuerza política. Se mantiene enaltecida la voluntad de la gente al reconocerle su protagonismo. Esta es la fuerza de la líder del coraje. La gente mandante y demandante. En la carrera de largo aliento surgirá un camino no previsto – si niegan condiciones electorales – inclusive el disruptivo, potenciado con la acumulación de fuerzas
Oteamos la tierra prometida. Martin Luther King la vio aunque murió, pero la gente se empoderó de su proyecto. Esto es la grandeza del líder. Abiertos siempre a la escucha, con el tímpano en la tierra escuchando los pasos soterrados e indetenibles y captando los signos de los tiempos.
El mensaje es claro: la gente no quiere el CNE de Maduro y planta una lucha hacia una vida digna de ser vivida. Votar con piedras, como en Grecia, que se resume en votar papelito por papelito.
El crimen amuralla el poder. Todo lo que sucede es porque el régimen lo permite.
Nosotros no vivimos sino atados a la subsistencia. El régimen clausura su hegemonía en el tema electoral controlado. Todo es violación de los derechos humanos. Es el reino de la arbitrariedad legalizada bajo impunidad totalitaria.
Milei se yergue como ejemplo: vino a despertar leones y no a guiar corderos. Ha sido un remador constante: el orden espontáneo lo catapulta a la presidencia.
El ciudadano toma conciencia de enfatizar su formación autónoma y razonada, retado a pensar. No acoplarse a los designios del poder. Trascender y rechazar a la “opolaboración” inmanente a la corporación criminal.
¡Libertad para Javier Tarazona, Emilio Negrín y John Álvarez! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!