“Perdimos nuestra batalla personal, pero seguiremos luchando porque quedan 240 rehenes a quienes sus seres queridos aún esperan en casa”, dice en entrevista con EFE Omer Weiss, cuya madre, Yehudit Weiss, fue hallada ayer sin vida por el Ejército israelí en la Franja de Gaza, tras haber sido secuestrada durante el ataque de Hamás el 7 de octubre.
Omer, de 30 años, acababa de regresar junto a sus cuatro hermanos, sus hijos y su esposa, de la ceremonia por los 30 días del entierro de su padre cuando un oficial tocó la puerta y le informó de que habían encontrado el cadáver de su madre.
“Anoche me partieron el corazón por segunda vez y de la forma más potente, porque la primera vez que lo partieron todavía tenía la esperanza de que mi madre regresara”, explica a EFE Omer.
Su padre, Shmulik Weiss, fue acribillado en el refugio de su casa del kibutz Beeri durante la masacre por parte del grupo islamista palestino en la que más de 1.200 personas fueron asesinadas y más de 240 secuestradas y llevadas a Gaza.
“Nos dijeron que había habido una operación, que tenían información de inteligencia de que había un rehén en un apartamento cerca del hospital Al Shifa, y que cuando llegaron encontraron el cadáver de mi madre”, relata, con la voz quebrada y pausando para respirar.
Junto a su cuerpo, el primero hallado sin vida desde el comienzo de la incursión militar por tierra hace 3 semanas, había rifles Kalashnikov, lanzacohetes y equipamiento militar.
Yehudit, de 65 años y que padecía cáncer de mama, trabajaba en la guardería del kibutz y en los últimos años se había dedicado al cuidado de ancianos.
“Mamá era una mujer fuerte y optimista, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara”, describe Omer.
Aquel fatídico 7 de octubre, la familia Weiss se despertó con el ruido de los cohetes pasadas las 6 de la mañana y rápidamente se metieron cada uno en el refugio de su casa.
Cada 15 minutos, Yehudit enviaba un mensaje al grupo de Whastapp para verificar que todos estuvieran bien. El último llegó a las 9:50.
En el funeral de su padre, Omer se enteró por amigos de la familia que sus padres no quisieron asustar a sus hijos cuando, pasadas las 10:000, escucharon cómo milicianos de Hamás entraban en su casa.
Desde aquel día, los Weiss y buena parte de los habitantes de Beeri viven en un hotel frente al Mar Muerto y no han regresado a sus casas.
Sus padres, dice, habrían querido ser enterrados en su kibutz, algo que la guerra no ha permitido. “Elegimos darles un funeral temporal y cuando sea posible los enterraremos en el kibutz”, explica.
En el hotel en el que se encuentran refugiados, los Weiss intentan no mirar la televisión ni leer las noticias.
“Al principio sí, veíamos todo, pero luego empezaron los rumores sobre un posible acuerdo para que liberaran a rehenes. Primero decían que iban a soltar a 20, luego 30, que niños, que mujeres, que heridos, y cada vez que escuchábamos al final no pasaba nada, se nos volvía a partir el corazón”, reconoce, y opina que muchos de los rumores sobre las negociaciones “son difundidos por medios en árabe y forman parte de la guerra psicológica de Hamás”.
Ansioso por volver al kibutz y reincorporarse a la imprenta en la que trabaja, Omer admite que él y su familia pensaban “que había con quien hablar y con quién trabajar” del otro lado de la valla de separación con Gaza.
“Pero parecería que no. No hay lugar para ambos”, agrega, consultado sobre su postura sobre la ofensiva israelí de represalia en la Franja, en la que han muerto más de 11.500 palestinos y más de 50 soldados israelíes.
Tras esfumarse las esperanzas sobre el retorno con vida de su madre, menciona que, si bien su familia perdió su “batalla personal”, continuarán luchando para la liberación del resto de los más de 230 rehenes que permanecen cautivos en Gaza.
“Quedan otros 240 rehenes a quienes sus eres queridos aún esperan en casa”, destaca, y avisa que, una vez pasados los siete días de duelo por su madre, su familia volverá a la lucha.
“Estamos con ellos. Estaremos juntos hasta el final del camino, hasta que nos devuelvan a todos”, concluye.
EFE