El pirata y explorador Henry Fleet encontró un acceso hacia el río Potomac, en Estados Unidos, en una expedición en 1632.
Por Clarín
Acababa de llegar de un recorrido por África occidental y conducía el timón del Tiger cuando dio cuenta, según su bitácora, de una diminuta aldea de indios Nacotchtank llamada Tohoga. Allí, hoy crece Georgetown, un barrio acogedor frente a la enormidad de Washington, la capital de Estados Unidos.
Es una zona bucólica y tranquila. A unas cuantas cuadras del Capitolio y la Casa Blanca, es el sitio que eligen los funcionarios para vivir: calles arboladas, poco tránsito, tiendas pintorescas, niños corriendo en las plazas y atardeceres de béisbol en el parque público.
Imperdibles de Georgetown
Uno de sus marcados atractivos es el canal C&O, Parque Nacional que recorre casi 300 km, hasta llegar a Cumberland. Se construyó en 1828 para conectar la producción del este del país. Actualmente es un oasis urbano para ciclistas y corredores, y hace apenas una década se reactivaron los paseos en barco con un toque histórico muy atractivo.
El Sendero de la Herencia Afroamericana ocupa un área de 15 cuadras en el extremo oriental, hogar de quienes emigraron tras la Guerra Civil. Para ver: el sitio del esclavo liberado, la casa de Yarrow Mamout, el cementerio Mount Zion / Female Union Band Society y las canchas de tenis de Rose Park, dedicadas a las hermanas Peters.
La arquitectura es reconocible en cientos de películas como Forrest Gump, JFK y El Exorcista. Las escaleras del filme de terror donde cayó el padre Karras descienden de la esquina de Prospect St y 36th St NW, hasta un estacionamiento.
En el puente Boathouse se pueden alquilar kayaks o botes a pedal para recorrer el Potomac. La ribera es perfecta para patinar, caminar o sentarse en la decena de restaurantes a la vera del río. Entre las propuestas más recomendables en el paseo costero se encuentran Sequoia, Tony y Joe’s Seafood Place, Farmers Fishers Bakers y Fiola Mare. En invierno, aquí se arma la mejor pista de patinaje sobre hielo.
Lea más en Clarín