David Ben-Gurión es miembro de un grupo de élite de líderes mundiales cuyos nombres siempre estarán asociados con la fundación de sus países.
Por BBC Mundo
El 14 de mayo de 1948, o más apropiadamente dado el caso, el 5 del mes Iyar del año 5708 según el calendario judío, fue él quien leyó la Declaración de Independencia de Israel en el Museo de Tel Aviv.
Ese día expiraba legalmente el Mandato Británico de Palestina; las fuerzas británicas aún no se habían ido y Estados Unidos lo estaba presionando para que retrasara la proclamación.
Pero Ben-Gurión estaba decidido a concretar lo que consideraba “el derecho natural del pueblo judío de ser dueño de su propio destino, con todas las otras naciones, en un Estado soberano propio”, como rezaba el documento.
Había encargado dos semanas antes el primer borrador, y tras varias revisiones de figuras religiosas y seculares, fue él quien se encargó de finiquitarlo.
Había creado además el consejo que proclamaría la existencia de Israel y lo gobernaría inicialmente, con representantes de una amplia franja del movimiento de liberación nacional, a quienes les exigió que hebraizaran sus nombres (Golda Meyerson se convirtió en Golda Meir).
Sus huellas estaban en cada paso hacia la creación del Estado y seguirían estándolo después, cuando tomó las riendas del país como primer ministro y ministro de Defensa.
Para seguir leyendo, clic AQUÍ.