Existe una realidad política distinta después de las primarias que le da rostro y nombre a la esperanza de cambio, el referéndum de Maduro sobre un tema tan delicado como la reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo, surge como una respuesta al éxito de las primarias y no como una política diplomática coherente en el tiempo que pueda apuntar a una defensa de la histórica reclamación venezolana, por ello sin importar que cifras de participación y aprobación de el CNE, la consulta no motivó la participación mayoritaria de los venezolanos y testigos de esa escuálida participación somos todos los que vimos calles y centros de votación desiertos.
Vamos a puntualizar algo, Maduro no cuenta con el apoyo que en su momento ostentó Chávez pero no está derrotado del todo, como acostumbra estira la arruga para aferrarse en el poder y la jugada del referéndum no le salió como esperaba pero tampoco le resultó un fracaso total.
Veamos como afectó la unidad opositora, por una parte el referéndum mostró las fisuras en el campo opositor, aclarando el panorama de este lado, con el apoyo de alcaldes y de los cuatro gobernadores supuestamente adversos a Maduro, al igual que partidos y figuras políticas de la vieja coalición que públicamente quebraron lanzas a favor de la consulta.
Esta realidad no es nueva pero ahora queda más despejada la ecuación y podemos intuir que existe una oposición que se está preparando para gobernar liderada por María Corina y otra que se alista para conformar con los restos del chavismo madurismo a una oposición al cambio que más temprano que tarde se va a producir en la sociedad venezolana.
Las razones para afirmar que la vieja coalición y sus dirigentes están más cerca de Maduro que de María Corina y la nueva coalición son diversas, los partidos que surgieron en Venezuela en la segunda mitad del siglo XX son todos con sus diferencias de inspiración socialista, de allí que el populismo en diferentes grados fue parte de los 40 años de democracia anterior al advenimiento de Chávez que le colocó la guinda al pastel desarrollando un populismo de estado que despilfarró los grandes ingresos que tuvo el país sin construir nada o casi nada.
El modelo populista entra en crisis por falta de ingresos y el deterioro del país se agrava en todos los sentidos sin encontrar como detener la caída, eso hace que la propuesta liberal de un país de emprendedores y propietarios tome auge y una nueva narrativa asuma protagonismo y se convierta en la alternativa al populismo agotado que no ofrece soluciones a nada porque carece de ideas y ahora de respaldo.
Es impensable que María Corina acuerde con la vieja coalición un pacto de gobernabilidad sencillamente porque en la nueva coalición no entra ni siquiera Vente Venezuela, lo nuevo va más allá de los partidos, es un compromiso con los ciudadanos y los movimientos sociales, de no cumplir con la reinvención liberal del país tendríamos un poco más de lo mismo y el gatopardismo populista continuaría con los mismos resultados y sin cambios.