El cuerpo de una mujer tenía “clavos y diferentes objetos en los órganos femeninos”. En otra casa, los genitales de una persona estaban tan mutilados que “no podíamos identificar si era un hombre o una mujer”.
Por Traducción libre lapatilla.com / The New York Times
Simcha Greinman, voluntario que ayudó a recoger los restos de las víctimas del asalto a Israel del 7 de octubre dirigido por Hamás, hizo largas pausas al pronunciar esas palabras el lunes en un acto en las Naciones Unidas.
“Cosas horribles vi con mis propios ojos”, dijo, “y sentí con mis propias manos”.
Shari Mendes, integrante de una unidad de la reserva militar israelí encargada de preparar para el entierro los cadáveres de las soldados caídas, dijo que su equipo vio a varias muertas el 7 de octubre “que recibieron disparos en la entrepierna, en las partes íntimas, en la vagina, o les dispararon en el pecho”. Otras tenían la cara mutilada o varios disparos en la cabeza.
Desde el atentado del 7 de octubre, en el que murieron más de 1200 personas y unas 240 fueron secuestradas, las autoridades israelíes han acusado a los terroristas de cometer también violencia sexual generalizada —violaciones y mutilaciones sexuales—, sobre todo contra las mujeres.
Sin embargo, estas atrocidades han recibido escasa atención por parte de los grupos de derechos humanos o de los medios de comunicación, en medio de la guerra más amplia entre Israel y Hamás, y hasta hace unos días no habían sido mencionadas ni condenadas específicamente por ONU Mujeres, la agencia de derechos de la mujer de las Naciones Unidas, que se ha pronunciado periódicamente sobre la difícil situación de las mujeres y niñas palestinas.
Los israelíes y muchos judíos de todo el mundo dicen sentirse abandonados por una comunidad internacional de justicia social —grupos de mujeres, grupos de derechos humanos, personalidades liberales, entre otros— cuyas causas han apoyado en crisis de todo el mundo.
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