Ante la proximidad del crudo invierno de Chicago, las autoridades locales luchan contra reloj para proveer de alojamiento a miles de migrantes, albergados precariamente, que han saturado la capacidad de respuesta de la ciudad, que afronta una crisis humanitaria sin fin.
Por El Diario NY
Según cifras de la Alcaldía y organizaciones civiles de ayuda, de un total de 23 mil personas que llegaron huyendo de la violencia y el colapso económico durante el último año, todavía quedan varios miles que viven en carpas y campamentos improvisados frente a estaciones de policía o en el aeropuerto O’Hare.
El inmigrante venezolano Jesús Aular, que vende arepas en las afueras de un albergue de la ciudad, dice que está “agradecido por la oportunidad que le dieron de llegar a Chicago” y pide “calma” a sus compatriotas.
Quienes han sido atendidos viven temporalmente en 26 albergues administrados por la ciudad, que además apeló a la contratación de habitaciones en hoteles y pidió ayuda a la Arquidiócesis de Chicago para que done espacio en escuelas e iglesias abandonadas.
Pero quedó un rezago de unas dos mil personas que no consiguieron alojarse, e iban a ser ubicadas en una especie de campamento militar levantado con tiendas de campaña en el barrio Brighton Park. Sin embargo, la obra comenzó y fue suspendida a las pocas semanas al comprobarse que el terreno elegido estaba muy contaminado.
“No hay planificación, no hay ningún plan. Las tiendas de campaña no son una solución y pondrían en riesgo la vida de los refugiados durante el invierno“, declaró a EFE el concejal Byron Sigcho López, del Distrito 25 de Chicago.
El demócrata reclamó que la gente sea ubicada en edificios de ladrillos y debidamente preparados para resistir el frío, que en enero y febrero puede llegar a 20 grados centígrados bajo cero. “Es una vergüenza, esa gente necesita un trato digno”, afirmó.
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